No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







miércoles, 25 de diciembre de 2013

Es el ciclo mortal.

He visto los mejores amaneceres bajo tus ojos. Bailado con los fantasmas de tu ausencia. Acariciado fotografías ya caducadas. Y aunque no puedo más, vale la pena intentarlo. Las segundas partes nunca fueron buenas, y menos las terceras, cariño, en las que ya a veces me olvido de que era lo que me ataba a ti.

Había pasado el tiempo, pero no la distancia, y allí estábamos, con las manos llenas de nada. Con la sensación que dejan en la boca los besos que se prometen, pero no se cumplen, Había pasado el tiempo, pero no nosotros. Nosotros seguíamos tan quietos, inmóviles ante las mareas, acechados por recuerdos y cubiertos de impotencia. Impotencia por hablar, siempre callando. Por no saber rectificar antes de que fuese demasiado tarde. Ser las consecuencias de nuestras propias circunstancias, y bebernos a distancia.

El resultado de la suma en la que siempre le restábamos valor a nuestros sueños, que despertaban cuando dejábamos de estar dormidos. ¿Cuánto puede seguir alguien sin sentirse alguien?.
Hace frío, como los inviernos sin sol. O las llamadas perdidas.

Pero es que ya estábamos acostumbrados a la nada. A la espera, sin llegada. A los viajes de larga duración, sin un rumbo concreto. Ya sabes, eso que nos consume y nos deja sin aliento. Y yo me pregunto ¿Cuál será el nombre que le pondremos a la distancia?. Tal vez, melancolía, o café amargo. Prefiero tu voz. Aunque eso ya no figura entre nuestra lista de deseos. "Nuestra", digo. Y esta es mi forma de decir adiós, supongo.

Aún recuerdo cuando me dijiste entre besos "prometo una historia feliz, de esas cuyo final escribe el tiempo, y no las personas".
Dejaré un final abierto, un par de páginas en blanco. Creo que si no he saltado aún no es porque no quiera, sino porque nadie me sujeta. He encontrado el equilibrio en el borde del precipicio, pero nada me impide derrumbarme de vez en cuando. A veces resulta hasta sano dejar que las heridas te quiten el frío, a falta de algunos abrazos. 
Volverán esas noches en las que no sabremos donde escondernos para huir de nosotros mismos. 
Feliz navidad, soledad.





sábado, 23 de noviembre de 2013

"Gris pintaba las paredes, tu nombre, tu voz"

Soy esas notas del piano que chirrían en tu cabeza cada vez que pronuncias mi nombre. Las cartas mojadas bajo el colchón de tu cama. Las miradas que dicen más que lo que nuestros labios ocultan. Los escalofríos que recorren tus huesos expuestos al viento. Las flores que brotan en primavera. Tu aliento. Los miles de "quizás" que salían a diario de nuestras bocas. Esos "ojalas" tan monótonos y esos "y sí" que atormentan tus sueños. Porque, es cierto, que todos soñamos. Idealizamos. Esperamos. Y cedemos. Porque el Norte ha dejado de ser tu punto cardinal favorito, tú y tus manías. Tantas, infinitas, eternas. Sueño con que vuelvan, indistintamente de que tú lo hagas o no. Porque, también es cierto, que la calidez artificial está empezando a mover las piezas de este juego, que un día, tú y yo decidimos comenzar. Figuras de ajedrez que marcan rondas de impotencia cuando conseguías embaucarme con un "venga, es tu turno".

Es como si no pudiéramos pasar página, hasta que no llega otra persona para escribir algo nuevo en ellas. Será por eso que dicen, de que atarnos a los errores que cometimos, o recordar a las personas que amamos, es mejor que enfrentar esta realidad en la que nadie se nos acerca lo suficiente, ni siquiera para terminar de rompernos.
Y mañana volverá a ocurrir, que no ocurra nada. Que tropecemos con la misma piedra, y que esa piedra seamos nosotros mismos, sin saber ya, ni como apartarnos. Y que la distancia de hoy, será cicatriz de mañana. Comernos a "versos" la ausencia, y fumarnos a caricias las horas. 

Es verdad, que me he ido enfriando con los daños, y alejándome de mí con el tiempo, pero creo que puedo volver si me dices que vaya. Si me dices que me esperas en la puerta de casa, con las manos llenas de prisa por hacerme feliz. Puedo imaginarme el abrazo, duraría unos minutos, pero sería como una nueva estación. Nos daríamos cuenta, yo encerrada en tus brazos, y tú, Dios sabe donde, de que hay prisiones que nos hacen libres; Lazos que nos desatan y fuerzas de atracción mayores que los años bisiestos. 
Buenas noches, corazón. 








miércoles, 20 de noviembre de 2013

¿por qué tardaría tanto?

Y que importa que el tiempo lo cure todo, si siempre se nos hace tarde. Sonrisas que se congelan en el tiempo, en el mismo intervalo en el que éste ya las ha devorado. Y que importa ya lo lejos o cerca que estemos, si ambos sabemos que uno de los dos acabará huyendo. ¿Y seguir flotando? Si al final la gravedad es la que siempre gana.
Pero creo que a estas alturas de la vida ya hemos muerto demasiadas veces.
La historia de mi vida en la pared de mi fría habitación. Porque, te juro, que el tiempo no pasa si tú no estas cerca. Te juro, que ya llevo dos inviernos sin que el verano se asome por esta ventana. El vacío y la soledad como droga y semáforo que evitan un golpe en seco. Y de nuevo, el símil, como mi figura retórica favorita, después de ti.
Sé que no soy lo que necesitas, pero ojalá fuera lo que quieres. Te transformé en mi octava maravilla, lo sé, y las otras siete sentían envidia.
¿Por qué? ¿Por qué sigue tu sombra ahí, parada, perpleja, burlando mi capacidad de olvidar? ¿Por qué no vaciaste los cajones de recuerdos y los bolsillos de mis pantalones de caricias? ¿Por qué, no, simplemente, evitaste que los escombros de la unidad que algún día formamos ardieran antes de volver a salir a la luz? Porque, como tú y yo ya sabemos, todo vuelve, y nada pasa. Porque, como deberíamos saber ambos, los kilómetros saben pegar donde más nos duele.
Intentamos mantenernos estáticos ante una realidad que se nos escapa. Mudanzas físicas y emocionales que hacen de este Noviembre el más frío de todos.
Yo que sé y hasta cuando habrá que despertar, abrir los ojos, y ver tu ausencia. Abrir los ojos y cerrar fuertemente las manos alrededor de todas esas ganas que tengo de que las cosas mejoren algún día. Algún día, cuando deberías ser tu. Y tú, cuando no deberías haber sido nunca.
Te juro que algún día aprenderé a dejar de memorizar los pasos en falso hasta coincidir con una casualidad. Una casualidad que descargue armas y cierre distancias, cariño.

sjshjs

domingo, 3 de noviembre de 2013

Serendipity.

Un "te quiero" ya pasado, sin que se nos quiebre la voz. Ojos que gritan pidiendo auxilio, y nosotros aquí, sin saber muy bien que decir. Recordábamos y recordábamos, esquivando algunos detalles. Subiendo cuestas que no conducen a ninguna parte, y con la esperanza casi desgastada de tanto borrar. Ambos esperando encontrar a ese alguien tan malherido como nosotros. Tropezar y que el destino se haga cargo de lo que nos espere a continuación. Pero es que no conocíamos otra cosa. Nunca nadie vino a enseñarnos otros caminos que no terminaran en precipicios infinitos. Ni en esas cuestas. Tantas pendientes, por las que nos dejábamos caernos las noches de otoño. Siempre fuimos causas perdidas, cariño. Un golpe de mala suerte que no supo esquivar la realidad al vernos beber Chateau La Lagune sin la prisa de todos los días.
Solías decir "no busques fuera lo que no tienes dentro, nunca sabrás reconocerlo". Y tal vez tengas razón, y la mejor manera de salvarme sea este desamor.
Cerraré los ojos y abriré las manos, y me agarraré con fuerza a ese vacío que, a lo mejor, un día consigue no doler tanto. Sólo necesitaba una tregua. La comprensión en la mirada de otro. Va a resultar que no es que estemos perdidos, sino que nos encontramos hace tiempo, pero,simplemente, no nos gustó lo que hayamos.




martes, 22 de octubre de 2013

¿Cicatrizaron a tiempo o llegaron tarde?

Recapacitas. Tratas de contener el aliento esperando un cercano rescate. ¿Y qué si no llega?. Las semanas se auto-consumen y la pila de cigarros en el cenicero empapa por completo mis palabras. Letras que no llegan y momentos que se nos escapan. Porque hace tiempo que dejé de escribir en papel reciclable. Todo con la intención de que estas desdichas, este dolor, esta angustia, no recayera en manos equivocadas. Porque así es como funciona todo. Estoy entre la espada y un precipicio. Porque el silencio hace más ruido que los miles de años de portazos que nos separan. Volver a caer, y no saber levantarte. Canciones que nos recuerdan lo que deberíamos olvidar. Mejor que "un no te vayas", un "tú verás". O quizás no. Como cuando la propia contradicción se contradice y los relojes corren en sentido opuesto.
Pero el problema es que nosotros ya estábamos rotos antes de empezar a resquebrejarnos. La línea cayó mucho antes de que la comunicación se cortara por completo. Y nos seguimos preguntando que falló, si ambos, o el mundo. No supimos superar algunas fotografías, quizás fue eso.
Y acabé fingiendo poesía con anónimos al teléfono. Aceleré y caí, y aquí sigo, abandonada en una cuneta, en el kilómetro no sé cuantos que dista de tu casa. Rectifiqué mis errores hasta que terminé con la tinta del bolígrafo; Párrafos emborronados y mentes nubladas. Palabras que buscan un cabo al que adherirse. Una cohesión sin coherencia y su compañera "adecuada" al contexto.
Tanto, y tanto que te enseñan, pero yo aún no he aprendido a vivir sin la esperanza de que me salven, porque, dormir me lleva a soñar contigo, y despertar echándote de menos. Ya no me queda tabaco tras el que refugiarme.
Debería volver a las hojas en blanco, y no a escribirte poemas en ellas. ¿Cuánta  felicidad nos quedó pendiente?
Y comprendí entonces que las catástrofes se levantan temprano, y que las alarmas no siempre nos despiertan a tiempo. El mundo se parece cada vez más a un día perdido. Y poco más.




lunes, 14 de octubre de 2013

"La gente que no cree en el amor debe tener una escusa jodidamente perfecta"

Se olvidó de mí
como yo olvidé
poner la alarma
aquel día
en el que
desperté
cuando ya
se había...

ido.

me olvidó
como si
fuese
cualquier domingo.

como si yo
no fuese más
que el resultado,
de restarle,
a la nada,
algo:

un cero
a la izquierda
del diablo
que sonreía
mientras el último
cigarro se acababa
en el cenicero
y yo me consumía
mientras tanto.

como se olvida
lo mucho,
aunque nunca
fuese
suficiente.

como los malos
momentos,
que terminan
sin ser
los peores.

nunca he sabido
borrar
del todo
los recuerdos.

siempre,
y sólo,
me conformaba
difuminando
las fotografías
con el vaho
que exhalaba
con cada
suspiro.

como cuando
sales de la ducha
y el espejo está
empañado.

así,
pero con todo
lo que vivimos.

con todo lo que
terminaría
matándonos
después:

ahora.







                                                                                                                                        EMDG

domingo, 13 de octubre de 2013

"Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza"

Es triste, aún no he aprendido a pronunciar algunas palabras sin que duelan. Y el orgullo siempre ha estado ahí, aplaudiendo mi falta de valor. ¿Inercia? Tal vez nuestras sábanas incapaces de encontrar las siluetas de nuestra presencia. Y tú que tan cerca estabas, y yo, que lentamente me aparté. Ojalá pudiésemos retroceder. O ceder. Ascender y descender en la escala que marca tu estado anímico se ha convertido en mi vicio favorito. Pender de un hilo y perder la consciencia, por unos segundos, porque ya hace más de una semana que es domingo, y más de un par de décadas desde que te fuiste. Y tú ya me sobreentiendes.
Ojalá pudiésemos volver, devolver todo ese orgullo, y quedarnos desnudos, desprotegidos, necesitando abrazarnos para subsistir, a base de tenernos el uno al otro. Pretendiendo perder los trenes que llevan grabados nuestros nombres. Estrellando la distancia contra tu pecho.Y poco más.
Ojalá pudiésemos desafinar las canciones que me recuerdan a los momentos que no compartimos. Porque he tardado más de media vida en aprender a atarme los cordones que me sujetaban a ti, sin que me dejasen marca. Es como oír los pasos de alguien que nunca llega.
Sé que siempre tengo la cama desecha, al igual que mi vida. Y ojalá nada de eso te hubiera importado, ni te importase. Yo no quiero cambiar, ni que me cambien, pero a veces pienso que tal vez merezca la pena hacerlo. Cambiar por alguien sería una bonita declaración de amor. Supongo. Al menos me sé la teoría, la práctica ya es otra cosa. Tal vez, si las circunstancias nos lo permiten, no pasaremos este otoño tan solos, ni el resto de nuestras vidas. Y todo para que el invierno no nos enfríe tanto la mirada, ni la distancia sea sinónimo de olvido.
Querido anónimo, ojalá supiese explicarte el porqué y cómo de todo esto. Pero, en mi opinión, no hay razón mas grande que el sin razón. Porque al final terminas comprendiendo que, a veces, cruzar la línea, no significa pasar al otro lado, sino alargar las consecuencias de tu mero inicio.





domingo, 6 de octubre de 2013

¿Y qué sí tú?

Y pediste poesía. Pero yo supe darte más que un par de susurros sin rima. Porque siempre te ibas, y olvidabas las cenizas. Y eso me mataba. Me asfixiaba. Es como si lloraras hacia adentro, te tragaras la angustia, y el dolor te intoxicara, lentamente.
Siempre dejabas la puerta entornada, nunca diste un mísero portazo. Nunca me diste una razón lo suficientemente obvia como odiarte. Como para olvidarte. Poco a poco, los saludos se convirtieron en despedidas. Y la luz de tus ojos desapareció de entre la multitud. El mundo dejó de ser redondo. Y la gravedad me tentó a caer rendida sin motivo alguno.
Nos quedamos sin gasolina en mitad de ninguna parte. Cuando nos tuvimos dejamos de querernos.
Tal vez, por eso que dicen de que creímos haber encontrado a esa persona a la que llevábamos tanto tiempo buscando, no fuimos más que el prólogo de una historia que aún no estaba preparada para ser escrita.
Y acabé sentada entre un montón de gente, junto a la sección de billetes de avión cancelados, porque es más fácil soñar, que despertar en un mundo que sólo sabe doler. Y si no me quitaba el sueño, improvisaba el insomnio. Distancia y cordura se contraponen constantemente. Porque no se puede vivir con la necesidad de que te salven, creando falsas catástrofes. Nos convertimos en una versión inédita a los ojos del resto.
Me da miedo pensar que este fondo se hunde cada vez más bajo mi peso. No hay tanta luz ahí abajo. Ahí donde descansan esperanzas, desesperadas. y los seres pueden dejar de ser en cualquier momento.
Y ahora entiendo que andar con pies de plomo es la opción más sensata, cuando la velocidad puede cruzar de nuevo nuestros caminos accidentalmente, y creer, una vez más, en ese "ven" sin pensar en las consecuencias. Podría(s) terminar conmigo, cariño.







domingo, 29 de septiembre de 2013

"Un domingo, con sabor a ausencia"

Nada. Nada contracorriente. Nada infinitesimalmente correcto. Y hasta el infinito ya nos contradice, cariño. Nada que decir. Nada que aclarar. Nada que cantar, y bailamos sin rumbo. Nada. Y nadando se llega a Roma, o eso dicen.
Algo ha cambiado, será el otoño. Que las calles se tiñen de melancolía, las farolas ya no reflejan tu sombra, los sombreros cubren miradas incautas, y la lluvia borra las pisadas de los extraños. Puede ser que las nuestras también, cariño. Lo mejor será que nos quedamos donde estamos, embriagados de dolor y aún pudiendo movernos, sin avanzar. Como quien intenta trepar en contra de la gravedad. O medir la distancia de aquí a tu boca, sin las facultades necesarias.

¿Y si te he olvidado pero aún no te he dejado de recordar? Tal vez ese sea el problema. El seguir contando los cigarros y los besos que dejamos pendientes. Reciclar, destruir, o reducir, como al fumar, a cenizas, todo lo que un día salvábamos mientras nosotros nos dedicábamos a morir.
Porque olvidar es como cruzar las calles con los ojos cerrados y el semáforo en rojo, deseando que, con suerte, puedas llegar vivo al otro lado.

Y dirás: "esto es tan bonito, que duele". Y te sonreiré mientras hago las maletas. Porque, cariño, nunca supiste leerme los labios, e hiciste que el reloj marcase la hora demasiado tarde. El tiempo nos consumió, poco y a poco, y ahora, esperamos un tren que nunca llega, en el mismo andén de siempre.



 

sábado, 21 de septiembre de 2013

"Versos que nos recuerdan lo que deberíamos olvidar"

Éramos un montón de fotografías sin dueño, miradas sin rumbo, brújulas que ya no marcaban el Norte, carreteras que huelen a despedidas, bailes a solas, cicatrices eternas, y preguntas que esperaban ser contestadas. Suena irónico, ¿Sabes? Hoy he aprendido a contar las caladas que doy hasta volver a hacerme las mismas preguntas, donde monotonía se vuelve un claro antónimo de la evidencia, y la claridad. Porque y cómo. Hasta cuándo y porqué. Y entonces se me agota el tiempo, y el aire, por escasos segundos. Y se me "nos" hace demasiado tarde, a mi, a "ambos".

Me voy a dormir con la presión de ese que sabe que deja para mañana lo que tendría que haber hecho ayer. Es un vicio, como la nicotina, quejarse de la herida antes de que duela. Echar de menos algo que nunca tuviste. Pensar que ya no te ama alguien que nunca te quiso. Tengo la sensación de que todos esos ojalás, se han convertido en nuncas. He olvidado a conjugar los verbos en presente, al igual que a contar los días en el calendario, o adivinar el número de roces antes de un beso.

Y es que, hay personas que te rompen, pero no del todo. No del todo. Y eso es lo que termina consumiéndote. Porque al final, acabas necesitando a ese alguien, más de lo que puedes necesitarte a ti mismo. Y de nuevo, una recaída.
Es como si tu imagen se distorsionara en el agua. ¿Puede la vida ser vida sin nadie? Escuché una vez que la felicidad sólo es real cuando se comparte, y quizá sea verdad. Me gusta pensar que sí. Pero es tan difícil, en estos tiempos, encontrar a una persona que quiera oírte. O que sepa hacerlo. O a lo mejor el problema es que nosotros hace mucho que no hablamos de lo importante. Que hace mucho que no abrazamos con los ojos cerrados, como si salvásemos a alguien. Que hace tiempo que no dejamos de querer arreglarlo todo, en lugar de desear dejar de romperlo. Nos perdemos constantemente en el mismo sitio en el que estamos. ¿Quién dijo que los laberintos no podíamos ser nosotros mismos?


miércoles, 18 de septiembre de 2013

"Necesitaré de tu boca para el próximo truco"

No sé cuantos cigarros llevo desde que dejé de fumar, ni cuantas canciones he reproducido en silencio, ni cuantos insomnios me ha provocado el pensar en la manera en la que terminó todo.

Se humedecen tus ojos. Las despedidas siempre te han puesto triste. Un domingo, por la noche, cuando menos te lo esperas, te dice que se os ha hecho demasiado tarde y que tiene prisa. Y que no puede esperarte a que hagas las maletas. Y como no, todo se te viene abajo. Lloras sin derramar lágrimas, claro, hace tiempo, mucho tiempo, que perdiste la capacidad de romperte hacia afuera. Y eso te ahoga. Te consume. Como un vaso que llenas hasta arriba y no desborda. El cristal se agrieta por la presión, pero nunca se rompe. Nunca.
Y un verano, consigues que ese agua entre en armonía con tu entorno. Y todo ello, porque ya no sangras esperanzas, desesperado. Porque ese alguien ha conseguido rebajar el agua del vaso. Porque ese alguien, aún en un escaso y limitado periodo de tiempo, ha sido capaz de cerrar las grietas que angustiosamente evitaban que el agua redujera su cantidad de manera favorable.

A veces salgo corriendo y lo dejo todo a medias, pero tarde o temprano vuelvo y me encuentro con la misma mierda. Nunca debiste mirarme de aquella forma, como si me salvases. En el fondo ambos sabíamos que todo eso tenía fecha de caducidad, pero no nos hubiese importado intoxicarnos de habernos alimentado, a besos, cuando ya no era conveniente hacerlo.
Y gracias a ese verano, incandescente y fugaz, efímero y pasajero, y a esa persona, terca y cariñosa, he aprendido a contar las caladas que me sobran, las canciones que me ayudan a sobrevivir, poquito a poco, y a soñar despierta, tal y como dijo Buesa.Ya que, "La noche entera es corta para soñar contigo, y todo el día es poco para pensar en ti".
Y así de rápido pasó todo, como un pestañeo o un taconazo sin fondo.
Me gustaría  poder cantarle "Perfect Day", de Lou Reed, al oído, muy bajito, como si fuese un susurro. Como si fuese la brisa de otoño barriendo las hojas en un parque, a mediados de septiembre. Y una copa de Cava para endulzar el instante.
Me gustaba pensar que todo era un juego por si terminabas haciéndome daño. Era la forma que tenía de salvaguardar mi estabilidad emocional. Muy pocas veces lo conseguía. Y nos dijimos adiós, simplemente, un día, concretamente una noche, muy de madrugada, nos cansamos de jugar; de ir y venir; de querer abrazarnos y, no obstante, soltarnos cada vez más. Pero lo triste fue que estábamos tan acostumbrados a perder siempre que no lo intentamos de nuevo. Nos resignamos. Nos fuimos. Hola, distancia, ¿tú otra vez por aquí? Y le sumamos un punto al marcador de las esperanzas rotas, nosotros hace ya tiempo que perdíamos por una gran diferencia.

http://www.youtube.com/watch?v=Snf5vOAZrMM


martes, 17 de septiembre de 2013

Tributes

"Imagina el sol. Si algo se acerca lo suficiente a él se desintegra. Una cosa parecida sucede cuando intento escribir sobre lo que siento por ti. A veces es como si las palabras se esfumasen cuando me estoy aproximando, ¿lo entiendes? Cierro los ojos, te veo y me quema algo por dentro. No duele. Es bonito. E intento encontrar las palabras, pero no existen tales palabras. Sólo puedo resignarme, seguir con los ojos cerrados, fumarme un cigarro y esperar que tú llenes el vacío. Y si no lo llenas... bueno, ese es el mayor miedo que tengo. Puedo cogerte de la mano, puedo mantenerte la mirada, puedo besarte un segundo y detener el tiempo; pero temo que no llegues a entender, ni tú ni nadie, que detrás de cada absurdo movimiento, de cualquier rebuscado roce, hay algo que mueve todo eso, como un motor. Algo inexplicable, profundo, inmenso. A veces me da miedo. Es como gritar con todas tus fuerzas; con todas; en un lugar donde no existe el sonido. Nadie te escucha, ni siquiera tú lo haces. Y sientes como si te vaciases. Pero definitivamente no hay palabras. El cigarro sigue consumiéndose. Yo aún mantengo los ojos cerrados."

sábado, 10 de agosto de 2013

Cada palabra, un navajazo.

Aún recuerdo cuando tomaste la iniciativa de dejar apartado todo aquello que, un día, tal y como solías decir, "te quitó la vida". Ellos no lo entienden, déjales. Tan poco merece la pena que lo hagan, porque ya sabemos ambos, que en estos momentos, tú ya estas demasiado lejos como para darnos una segunda oportunidad, y no quiero que vuelvas. ¿Por qué? Te preguntarás, o quizás no.
Ya sabes que no me gusta dar explicaciones, pero simplemente ten en cuenta que cada uno de tus pasos en forma de retorno, servirán para hundirme un poco más. Sólo un poco, digo, que ingenua. Sabes que esos pasos serán sólo una escusa para yo poder recapacitar en lo lejos que te has ido, en lo pronto que pasó el tiempo mientras nos cogíamos de la mano, y lo fácil que resultó huir, de algo, que tal vez, estuviese determinado a acabar en un modo distinto.

Ya se nos hace tarde, cariño. El andén esta vacío, y esperar, desesperado, no cura. Sólo agranda las esperanzas, y puede ser que ese sea mi error, esperar lo inesperado, o lo inesperable. Aquello que nunca llegará, o que se fue sin intención de volver a regresar.
Un par de minutos más, y cruzo los dedos, y las calles con el semáforo en rojo. Porque esto es lo que espero de la vida, un par de caladas largas, y alcanzar el límite, de lo que solíamos llamar, nuestro día a día.

martes, 16 de julio de 2013

"Y que aún estas a punto de no llegar tarde"

Y podíamos haber vuelto a intentarlo, con la brisa a favor y un par de copas de cava. Podíamos haber mantenido los ojos fijos el uno en el otro durante más tiempo del que dura un pestañeo. Pero decidimos irnos, abandonar el plató de las memorias y mojar todos y cada uno de los recuerdos que forman parte de esta historia, nuestra historia.
He olvidado a contar los minutos que transcurren desde que aquel último tren abandonó la estación hacia un destino equivocado. El reloj lleva marcando las dos y veintinueve desde hace ya más de un par de eternidades.
Y quizá sea mejor así, poquito a poco, dejarlo pasar. Y que el tiempo lo cura todo. Aunque los primeros días me quería morir, y los de después, pero ya no tanto. No tanto. Ya solo queda el humo de lo que fuimos, sin embargo, he dejado de fumar. Y he tratado de recomponer los pedazos de las palabras que dejamos caer sin razón en el olvido. Y ahora estoy aquí, delante tuyo, esperando otro abrazo, una sonrisa, y con suerte, ya sabes qué.

sábado, 25 de mayo de 2013

Nocturne.

Otra primavera cargada de pétalos que amenazan con correr en sentido contrario a las agujas del reloj. Y nosotros, siempre llegando tarde. Nosotros, llegando sin llegar. Con trenes sin retraso, que nunca llegaron a salir de la estación. Y aquí, sentada, con mi equipaje de mano y un par de cigarros acompañados de melancolía, observo como el tiempo vuela, del mismo modo en el que lo hacen las cometas, eternas compañeras de la ingenuidad.
Me trago mis palabras, dejando espacio para las tuyas. Odio. Frenesí. Rencor. Pasión. Tanto, en tan poco espacio.
Nunca sabrás, porque nunca preguntaste, que el tabaco no me calma, simplemente es una escusa para destruirme por dentro, con la intención de que tú, acudas a mi rescate; que el aroma a flores recién cortadas me enloquece; que todas las noches sueño con tu presencia; que me gusta mirar a los desconocidos como si les conociera; que me gusta dar las buenas tardes con el carmín ya desgastado.
La misma historia se termina y repite constantemente. Los mismos que se amaron, se odian, y viceversa. Esperando a que corramos tras ellos. Tras los que se detestan y vuelven a quererse. Porque de eso va la vida, de un infinitesimal retorno. Y que castigo tan dulce, el de esperarte aquí sentada, por donde, según esta escrito, volverás a pasar arrastrando con todo.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Hablemos. Aunque sea a gritos.

Dicen que las palabras siempre terminan con un silencio, y que el silencio siempre sucumbirá con una palabra.
Pasan las horas, y dentro de media hora volverán a ser y media. Dentro de una, en punto y dentro de cuarenta y cinco, menos cuarto. Un monótona rutina que se ha convertido en un continuo ir y venir de probabilidades y estadísticas sin ningún tipo de materia potencialmente verídica. Puede que se trate de eso, de momento, no descartamos ni las opciones más viles.
¿Y sus ojos? Pura poesía. Versos y rimas sueltas, incoherentes y contradictorias. Casi tanto como él. ¿Y sus labios? Un par de olas en busca de un acantilado al que sucumbir. Sus manos, como frágiles mariposas en busca de un lugar donde refugiarse. Su nariz, con pecas que hablan por si solas. Y sus orejas, capaces de descifrar lo que el resto de los sentidos ocultan. Todo ello frente a un espejo, el mejor amigo de las vanidades y el deleite. Quien lo diría, yo a tu lado. Supongo que he entrado a formar parte de ese reflejo, de ese montón inconexo de cristales rotos. Ambas figuras, dos él, dos yo.
Y así es como comienza el invierno en nuestros corazones, como dos siluetas endebles que quedan distorsionadas tras una bola de cristal. Y una vez metidos en el silencio y el frío, que veas como yo veo, que escuches lo que yo escucho, que bailes como bailo sin quererlo. Que no hay mejor manera que esa de entenderse. Que no hay mejor forma que esa, para disimular el temblor.




lunes, 29 de abril de 2013

Un pasado que acecha

Es como si la primavera atrapara por completo todos y cada uno de los conceptos abstractos del día a la mañana. El tiempo, los pensamientos, el aroma a tulipanes... todo ello expuesto a una fébriles e incautas miradas. Un par de ojos multiplicado por el cuádruple del doble de cerezos en flor durante los meses de Abril.
Las flores que nunca me regalaste o las cartas que nunca me escribiste. ¿La culpabilidad o la ignorancia?. Mejor lo dejamos en manos de la tormenta perfecta.
Tendemos a pensar que en el mundo hay un cierto equilibrio. Quizás el cosmos, el mismo universo.
Para mí está bastante claro que los cafés son mi nueva droga y los despertar con resacas de tu ausencia el mayor de mis castigos. Supongamos que deja de correr el viento, no hay cielo ni tierra. No hay horizontes. Ni mar. Ni juegos de palabras. Ni tinta. Ni versos. Ni distancias. Pongamos de por medio un par de tatuajes y promesas al descubierto. Y que todos nos miren. Que caigan en el rastrero juego de las vanidades, donde el más perspicaz es el menor de los aspirantes al trono. Y damos vueltas, juntos. Me agarras por la cintura. ¿Bailamos? El mayor de los éxtasis recorre cada rincón de mi indiscreta vulnerabilidad. Me aprietas contra tu pecho y me susurras al oído palabras clave. Que frágil me siento a tu lado.
Hasta que esa ráfaga de viento decide reactivarse y terminar con el mayor de mis sueños. Aquí estoy. Sentada en el tejado. Esperando a que el tiempo decida devolverme lo que algún día me fue arrebatado. Sola y soñadora. Por enésima vez, tu amarga figura invade los escombros de mi mente, con el objetivo de convertirte, en el más placentero de mis sueños, "nosotros".



domingo, 14 de abril de 2013

Te fuiste con tus promesas bajo la cartera.

¿Sabes? eso era amor. Indescriptible. Vulnerable. Caótico. Desconocidos que se encuentran en un mar de cabos que unen a los más endebles. La muerte como vía irracional de conocimiento. Lejos, como la más cercana de las distancias. Un par de caladas de nostalgia que inundan de memorias un terreno desolado. Algo mejor que Mozart apoyando sus dedos sobre las frágiles teclas de un piano, un atardecer capaz de eclipsar a los más desafiantes o el paisaje enrevesado entre cortinas y versos. Si. Esos versos que solías recitar a la hora del té. Pero, al fin y al cabo, con adornos o sin ellos, "algo". Ese "algo" que representa la desventura, la última llamada, tu último desafío.
Me prometiste un billete de vuelta, al igual que la luna y sinfín de rimas. Es amargo pronunciar lo que termina en nada. De la misma manera que el esperar solo constituye ya una manera inútil de alentar mis esperanzas. Aprieto con recelo las letras de tu nombre, y se estrellan constantemente contra la esquina del tiempo.
Sin embargo, sigo susurrando cosas tuyas a la noche, buscando tu presencia en cada paso. Ya sabes, todo por un instante, justo lo que me duró tenerte y justo todo lo contrario de lo que me está costando olvidarte.


viernes, 5 de abril de 2013

Una clavícula descolocada.


Los últimos resquicios de sol se asoman con cautela entre los huecos de la cortina. Ayer ya es hoy. Como pasa el tiempo, en cuanto menos te lo esperas, la vela se ha consumido por completo y la luna ha decido esconderse al otro lado del hemisferio.
Supongo que hasta la eternidad se nos acaba. Se te escapa. Se nos ha acabado, amor, el centro del tiempo, esos paseos bajo las farolas ausentes, la arena bajo nuestros pies y el trinar de los pájaros a pocas horas de que la madrugada haga honor a su sacro nombre.
Lo misterioso identificado con sus propios acordes. Que música tan amarga. Que notas tan silenciosas.
La taza de café ni siquiera es la misma ahora. Todo se ha convertido áspero caos de indiferencias. ¿Café frío o caliente? Que más da, si, al y al cabo, es café. Mis versos por un beso. Un beso por calada. Y una calada por cada pestañeo.
Róbame un suspiro. Llévate todo lo que encuentres, porque, en la mera oscuridad, está presente tu figura. He caído a tus pies, enamorada de cada uno de tus errores. He sabido encontrar la razón al sin razón.
Pero, ahora, amor, la eternidad ha decido cargar con este peso, y es ella quien controla mis pisadas. Incapaz de poner un final a lo interminable, dejo unos versos a la intemperie, con el simple objetivo, que seas tú quien termine con esta historia.



lunes, 25 de marzo de 2013

Me pesan tus ojos.

Un billete de ida a la luna. Y las respuestas no están dispuestas a dejarse caer.
Te tengo delante. Me cuesta admitir que el abismo de tus ojos cansados supera las espectativas de cualquier mortal. Sonrío. Tú conmigo. Y me reprochas no viajar con un libro en el bolso, sabes que yo soy más de tabaco. Aún así, ¿De qué serviría facturar mis fantasías?¿Mis noches en vela?¿Mi dulce adicción al olor de papel recién impreso?
Supongo que no serás capaz de comprenderlo. Al igual que no eres capaz de comprender el porque de un clavel sobre el marco de mi puerta. Un pez nadando contra corriente o el arcoiris.
¿Sabes que las gaviotas se alejan de la costa para morir?. Así es como me planteo tu mirada. Como un sin fín de gaviotas que huyen. Se me escapan. Se nos escapan.
La fobia y volar. Todo junto. No hay espacio para más. ¿Los recuerdos?. Los llevo a la espalda, al igual que tus ojos. Esos ojos que deliran, sueñan y me enloquecen hasta el punto de hacerme olvidar mi propio nombre. Ese embustero diccionario de la imaginación, donde, algún día, tú, entraste sin pedir permiso.



viernes, 8 de marzo de 2013

Farolas con recuerdos y asfalto embriagado por tus pisadas.

¿Que echo de menos?. Sí, eso mismo. La indiferencia.
Hoy he vuelto a hacerlo, mirar el móvil a la espera de un mensaje tuyo. Que incordio más insatisfactorio el de encontrar el cofre del tesoro que uno espera con anhelo, completamente vacío. O lleno de delirios. No me hagas demasiado caso, ya sabes que en ocasiones mi manera de paliar las penas, no es precisamente con una botella de ginebra.
Creo que quiero aislarme de momentos como este. En los que invades mi mente cuando la tinta del boli parece interminable y el papel en blanco está plagado de pequeños recovecos en los que los versos a altas horas de la madruga resultan eternos.
Quiéreme. O tal vez mejor, no lo hagas. Claro, quizás el simple echo de negar la evidencia se convierta en un camino relativamente franqueable para tu mirada. Esos ojos cálidos, capaces incluso de amansar a las fieras. Y ese olor. Esas caricias dibujando infinitos entre los lunares de mi espalda.
Que bien me conoces, parece mentira que por una vez el tiempo no haya cargado de bártulos cosméticos esas vagas visiones experimentales.
Perdóname por mi paciencia. Perdóname por haber creído escuchar tu voz otra vez. Mi mirada nunca ha dejado de buscarte, cada mañana y en sueños.




martes, 5 de marzo de 2013

Y fué el mayor de los diluvios.

Ahora, que ya no estás. Ahora, cuando finalmente has decidido huir, te llamo sin llamarte. Palabras más lentas que tus pasos encerrados en el sendero del regreso. Esas pisadas que ralentizan el continuo fluyo de mis palabras. Solo puedo hablarle a tú buzón de voz. No esperaba oír tú voz, supongo que el que espera demasiado recibe una calada de insatisfacción por cada suspiro. Eso sí, aún me quedan unos pocos susurros para recomponer los pedazos que dejaste, y crear mi propio ejército, dispuesto a luchar hasta el punto de vencer mis fuerzas, y caer rendida ante una no tan satisfactoria victoria.

Aún así, temo no terminar este mensaje. Creí conocer a mi contrincante, pero a lo que me enfrentaba superaba los límites del abecedario, de los versos de Shakespeare durante la madrugada, de las cartas que aún continúan estancadas en el mueble de mi habitación.
Las palabras entendidas como un espectáculo para los ignorantes. Todo tan poético, hacer poesía de aquello que me llenaba a diario. Es absurdo. Lo incoherente de la inocencia. Nuestro propio fin del mundo. Lo enterramos. Lo olvidamos.
Maldita estúpida, ¿Volverás?. Que pesadilla tan indescriptible. No quedan palabras suficientes para borrar de mi mente el presente que ahora es pasado. Remuevo las reliquias y cajas de música con el fin último de ahogar mi miseria en ellos. Pero nada. Todo parece tan vacío, tan sereno.
Sucumbir al drama, a la promesa, a la promesa de esperarnos.



martes, 19 de febrero de 2013

Rue des coquelicots

Me leas o no lo hagas, mis letras, con corresponsal o sin él, reaparecen con tu recuerdo . Porque no hay nada tan satisfactorio para un escritor, como un fiel lector. Como una droga y un tormento para el consumidor. Como un barco de papel para aquel que añora esas largas horas bajo el sol en una tarde de verano. El vino para un Italiano. O una sinfonía para los oídos de un compositor.
La papiroflexia y sus millones de habilidades y salidas. Un compuesto capaz de avivar una llama entorpecida, el vuelo incesante de una golondrina.  Capaz de encerrar deseos y de liberar actitudes.
Me sobra y me basta con mi propia persona, pero me engaña pensar que no me vendría mal cierta compañía.
¿Ves las nubes que cubren hoy el cielo? No son más que vapor de agua pasajero. Hoy parecen cubrir de negro la ciudad, pero te aseguro, que mañana, o dentro de unos días, habrán desaparecido. Lo digo porque es algo así como el amor. Y lo otro también. Y lo de más allá, por supuesto.


                                                            En la calle de las amapolas.

domingo, 17 de febrero de 2013

Caminemos sobre el mar, buceemos bajo el sol.

Hola cariño,

Cada día busco entre los aparatos y mis bolsillos una sola razón para levantarme mañana. ¿Sabes? Tal vez tengas razón, y con el sol que recorre los pasillos de mi casa al amanecer, sea más que suficiente. En los días más inesperados, busco en la chaqueta del día anterior, pero nada. Cuando crees que tus esperanzas han caído en picado y tocado el mismo fondo del abismo, ahí están, en el cajón de la cocina, o bajo el café en el que creí haber perdido mis últimas oportunidades.
Búscame donde se entrecruzan las calles, entre el Norte y el Sur, bajo el sol y las sombras. Búscame sobre las nubes y en el subsuelo. Búscame allí donde ya buscaste ayer. ¿Porque? Si ni siquiera yo misma soy capaz de plantearme esa pregunta. ¿Instinto? ¿Necesidad?. Quien sabe.
Me ilusioné pensado que cada 14 de Febrero nuestra historia volvería a brotar. Como las flores en primavera. O los últimos versos de un poema.
Sobre la encimera no hay más que productos cosméticos, y apenas quedan rincones libres en este inóspito espacio donde buscar razones. Voy a atreverme a insinuar, que tal vez, yo soy capaz de hacer magia. Voy a atreverme a predecir el futuro. Pero el día esta nublado. Y tu voz cada vez parece más distante. La noche acecha por detrás y las velas están casi consumidas.
Esperaré a mañana. ¿Como explicarlo? He decido dejar de tratar las razones como una escusa. ¿Los límites del amor? no son más que las letras que componen el abecedario.


viernes, 8 de febrero de 2013

El amor es el olvido del "yo"

El silencio, como la mejor de tus respuestas. Un as bajo la manga, y eso es jugar con ventaja.
Hace tiempo que perdí la cuenta de tus mejores aciertos, la indiscreción me hizo comprender que todo vicio crece con la satisfacción.
Las teclas del piano y sus notas correspondientes son sinónimo de una sinfonía que carece de sentido, para aquellos incapaces de descifrar su significado. Al igual que la ausencia de sonido, usualmente comprendido como un símil de vacío, para aquellos cuyo sentido de la ausencia no es un compromiso. ¿Para qué buscar una razón a aquello que se da por sobreentendido?
El piar de los pájaros marca el desaparecer de las sombras que alumbran mi penumbra. El pesar de las horas es cada vez más intenso, pero la inocencia de lo imprenscindible no aguarda tras esa puerta.
Odiaste la carretera, una vez que empezaste a echar de menos tu hogar. Echaste de menos el sol, una vez que la nieve cubría el paisaje. Supiste que la quería una vez que se había marchado. Y tú la dejaste marchar.


sábado, 2 de febrero de 2013

Olvidé mis dosis de tabaco.

Fué mi noche. Y no hay más que decir, porque el mero hecho de que sonara esa canción, me hizo restablecer un órden de proposiciones en mi cabeza algo caótico. Caótico en el sentido subjetivo. Voy sujeta a un par de hilos que conducen a tierra firme. He oído que ahí el desorden está al orden día, es un continuo flujo de infidelidades, interminables caminos de cristales.
No me importa lo que digas, porque ese constante parpadeo en tus ojos delata más de mil mentiras. Esas palabras que huelen a café han perdido toda su coherencia.
Ayer me dí cuenta de que no todos son afortunados, y a los pocos que les envuelve esa ironía no son capaces de apreciarla. Me niego a seguir contando los días, ya no espero nada de nadie, y menos, del que un día no supo conjugar la reprocidad.

"This is a song that I wrote when I was drunk, to someone I used to love" The Script



martes, 22 de enero de 2013

Amanece, y con eso me conformo.

El motivo de las discusiones no es apenas nítido. Se resume en una incesante lluvia de tinta, gravada en una memoria interna difícil de ser destruida.
No subestimes nunca el poder de la negación.
La lluvia distorsiona su imagen a través de la ventana, y el humo de su cigarrillo apenas permite identificar con claridad la expresión de sus ojos. Es genial comprobar que aún tienes la capacidad de sorprenderte a ti mismo. No llamemos conformismo al abismo que tenemos por delante.
Tengo ganas de que vuelvas para poder decírtelo. Tengo ganas de que tu sombra sea lo que alumbre el día de mañana. Pero esa silueta ya ha desaparecido, y el frío del invierno se va apoderando de cada rincón cargado de ausencia, que, en este mismo instante, atesta cada uno de mis suspiros.




domingo, 20 de enero de 2013

Tolerable, ¿Hasta que punto?

"Ya verás como la distancia duele más que el tiempo". Pasan los días pero todos son hoy. Depender de la almohada, como medio para reprimir cada uno de esos momentos que la mente intenta ocultar a la razón.
Ya no sé si te invento o te sueño, o simplemente el sueño es el escondite de la inventiva.
Cada lunar de tu cuerpo, como respuesta al silencio.
Me levanto, y el sol sigue ahí, tras él, nada nuevo. Amanece y tú no estas. Amanece y el café ya ha enfriado. Amanece y caigo rendida ante la pesadumbre, anochece y mirada sigue clavada en el mismo pedazo de papel. Volverá a amanecer mañana, y tal vez las cosas hayan cambiado, o al menos, todas mis esperanzas están puestas en ello.


miércoles, 16 de enero de 2013

Your smell.

Frívolas ilusiones, la razón de los mayores desatinos, de las esperanzas perdidas y los silencios interminables. Afables enemigas del ayer, tal vez buenas compañeras en un futuro.
Tanta incoherencia, como la de los vacíos llenos de sentido, de eso se trata.
El peso del universo cada mañana al despertar. Teníamos tanta prisa por ser felices, como si supiéramos que no lo seríamos por mucho tiempo. "Porque eres compleja, y porque eres mi historia" solía decir.
Parece ser que las palabras son mi último recurso, y el más preciado. Figuras de tinta indeleble con una interpretación subjetiva, que quedan grabadas en la mente.



domingo, 6 de enero de 2013

Miradas incandescentes.

Me preguntó que es lo que más había echado de menos, y sinceramente, no había razón para quedarse corta. Su olor, las flores en el desayuno, los paseos en bicicleta, los besos que quedaban sin definir en un cúmulo de eternidades... Tantas, eran tantas las inconsciencias que hacían de la rutina algo tan imprevisto y espontáneo.
Dicen que el amor es la trampa más poderosa, que cuando sucumbes en él, es difícil encontrar una salida. Es la magia en busca de dueño. Se necesita el talento de un verdadero profesional para detectar la fórmula exacta. Cuáles notas, cuáles acordes, las medidas precisas.
Y cada mañana se hace la misma pregunta: ¿Qué le hizo desaparecer? esperando, aunque no eternamente, una respuesta concreta.