No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







martes, 17 de marzo de 2020

Una cuarentena juntos. O dos.

Ojalá pudiéramos pasar esta cuarentena juntos, en mi casa (o en la tuya), o en realidad, en cualquier parte, pero contigo. Seguro que se me ocurriría algo para hacerte sonreír a pesar de todo lo malo que pasa por aquí, aunque fuera haciéndote esas cosquillas que tanto te gustan y escuchando que me digas que soy una tramposa, pero siempre con una sonrisa de esas que me enamoran. Aunque bueno, de piques vamos tu y yo servidos, porque igual te planto una pedorreta en la barriga, que te aplasto en la camita mientras te como a besos, y tú, por supuesto "te haces el muerto".
Podríamos pasar de Netflix una noche, y de esas pelis con final raro que tanto te gustan, e intentar aprovechar el día para cocinar juntos, que me enseñases la receta de tus fajitas, o de tus clásicos espaguetis con tomate. Eso sí, recién salido de la ducha repeinaito, para no perder las buenas costumbres. Incluso, te podría yo enseñar la receta de ese pollo a la plancha que tanto te gusta, pero eso sí, de postre que no se nos olvide comprar lacasitos de colores -y yo me pido los azules-.
Podríamos incluso dar clases de música, que me enseñes como tocar la guitarra; O, incluso, que me la tocarás tú mientras te miro, que ya sabes como de embobada me dejas, porque estoy segura de que las notas suenan mejor cuando salen de ti. Como cuando cantas mientras yo te escucho, y le ruego al tiempo que pare, que yo me quiero quedar así contigo para siempre. 
Podríamos volver a empapelar la casa de Post-it, por si tienes un mal día y yo no soy capaz de animarte. Y esconderte más de uno en el sofá de condesa, que lo echo mucho de menos, y me encantaría matar ahí las horas contigo, los dos, muy cerquita. 
Te podría hasta dejar coger el mando de la tele, para que veas esos programas de fútbol que tanto te gustan, y así, yo me quedo dormida en tu pecho y no trasnochamos, que al final contigo no soy capaz de dormirme temprano. 
Se me ocurre el sorprenderte cada día con un desayuno distinto, que incluya por supuesto Donuts recubiertos de chocolate, y la tanda de besos más especial del día. Total, si hasta que dejas de remolonear tengo margen de sobra para eso. 

Ojala todo esto, 

Y ojalá contigo, 

Ojalá cuarenta días haciéndote feliz. 

martes, 31 de diciembre de 2019

Mi 2019 eres tú.

Siempre he pensado que invertimos el tiempo en lo que nos hace felices, en quien nos hace felices. Que la ecuación de la velocidad, se multiplica dependiendo de con quien compartamos el espacio; y que el tiempo, es lo único que no recuperamos nunca.
Por esto mismo, me gustaría confesarte que me has regalo los mejores días de mi vida. Y que sí, que me has ganado, que te lo seguiré repitiendo una y mil veces mientras me queden fuerzas, y es que: "pierdo el sentido cada vez que me miras".
De una cosa estoy segura, y es que este 2020 yo quiero seguir escuchando tus refranes, leyendo tus mensajes amorosos a las cuatro de la mañana y comiéndote a besos cada vez que te despistas. No quiero que las cosas cambien, porque estoy muy cómoda en ese sofá de condesa que te he robado, y porque adoro que me chinches cuando "voy a planchar la oreja", como dices tú. Que yo quiero seguir empapelándote la casa de post-it en forma de corazón, y mandándote berberechos, aunque no pueda contenerme las ganas de contártelo y al final, nunca no sean una sorpresa. Quiero un 2020 viendo pelis con finales que ni tú ni yo entendemos, con maratones de Pingu y videos de Beret en Youtube -y como no, del Betis-. 
Quiero un 2020 en el que siga quejándome porque me haces lapa, donde "al próximo día" ya tengas ganas de verme, y en el que te dé el gusto de ganarme a Triviados. Otro año más en el que sigas buscando cualquier excusa para tomarte una "cervecita", porque claro, cualquier excusa es buena para eso; y en el que me sigas animando cada vez que me dan bajones al teléfono, haciendo que los kilómetros pesen cada vez menos; y en el que te sigas ilusionando por cualquiera de mis tonterías.

En serio, que si me dejas, yo te agarro bien fuerte la mano y nos vamos a donde sea, me da igual, pero contigo; que te pienso levantar si te caes y te empujo si hace falta, pero yo de aquí no pienso moverme. 
Y es que, no sé como lo haces, pero consigues que te quiera de todas las maneras y en todas las formas posibles, aquí, o en la China filipina.

Pero la verdad, 
es que como mejor te sé querer, 
es en infinito, 
porque tú me has enseñado que lo indeterminado, 
no se puede superar. 

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martes, 3 de septiembre de 2019

Lolo y sus pestañas.

El mundo es un "todo empezó un miércoles de Julio", cuando una noche deja de ser una noche cualquiera. 
En el mundo siempre hay un antes y un después, pero para mí sólo existe ahora. Por eso, el mundo es cuando estoy triste y apareces, y te acurrucas a mi lado, esperando a que se pase la tristeza, sin importar el peso del silencio. El mundo es volver a casa contigo escuchando canciones del Betis y españoladas de infancia. Tus "real hasta la muerte oíste bebé". Tu forma de ser tan políticamente correcto, y tu manía de no atreverte a probar platos nuevos. Y bueno, permíteme que te lo diga, pero ahora el mundo también son tus palabras señoriales, tus ganas de "almorzar" para luego "tenderte" en el sofá y tu extraña manía de llamarme Margarita. Joder, y que aún así consigues que se me siga cayendo el mundo a los pies cada vez que te veo.
El mundo es que me prometas que hoy te fumarás tu último cigarro: Y sí, claro, el último, pero del día.  El mundo es tenerte en mi cama horas muertas, y jugar a dispararte y poder despertarte a besos -y cosquillas, aunque según tú, eso es hacer trampas-. El mundo son mis mentiras piadosas, porque eres muy cabezota y yo solo quiero cuidarte lo mejor que sé.
El mundo es el pensar que la felicidad es algo muy parecido a haber tenido la fortuna de encontrarte. Diría que hasta un golpe de suerte; pero yo no creo que en las casualidades.
Y os preguntaréis: ¿Y mi mundo?, ese es de quien quiera, a quien quiera, así que ahora es un poquito tuyo. Es tuyo porque te debo más de lo que me estás dando, porque me estás arreglando de tal forma, que parece que las cosas no vayan a volver a romperse. 
Para mi no existe un "luego", sólo "ahora". Ahora, como cuando te miro y ni siquiera me importa saber si llego tarde a algún lado, perder mil trenes o de vista a la próxima casualidad. Te miro y no me siento, parece como si hubiese salido de mi cuerpo, y me hubiese colado en tu mirada de la forma más fugitiva posible. Y entonces sonríes, como apurando el ultimo tiro antes de morder a tu presa. 

El amor se prende y consume en un instante, y durante muchos instantes consecutivos. El amor oxigena y se oxida. El amor es así de intenso, como si fuese la primera y última vez de algo precioso. 

Te debo lo que no hay ni juntando todas las cosas de este mundo tan mío y un tan poquito menos caos desde que estás tú en él. Te debo ese infinito agradecimiento, mi mayor deseo de que no te acabes, al menos, por un rato -y si es largo, mucho mejor-.

Que las cosas buenas empiezan por el principio y sin prisas; Porque tú me has enseñado que eso es cosa de delincuentes, y peor aún, de malos toreros. 

Y es que, todo se resume en una frase de Beret:
Hay tantos con quien estar,
pero no con quien ser. 

23.

domingo, 14 de octubre de 2018

Un 28 de agosto. En el mar.

No voy a escribirte más, porque sería algo así como no querer aceptar, que donde tú pones puntos finales; yo sigo escribiendo puntos y a parte.
Que al final, todo se resume a eso,  ser el prólogo de una historia preciosa, pero una vez más, sin final feliz. 
Pero, antes de irte, tengo que pedirte algo, y es: finge salir por la puerta, con intención de no volver a cruzarla nunca. 
Procura que no sea primavera, que los bares ya estén cerrados, y que la luna esté apagada y no pueda alcanzarte mi sombra. Procura no dejar nada de tí, con lo que pueda jugar a vestir tu ausencia. Trata de no dejar un "por si acaso" en el rellano. Que no queden cenizas de un "lo que pudo haber sido", y no fue. 
Intenta dejar más de una herida, el arma cargada y un par de balas en el cajón; por si, en algún momento, llego a perder la noción del tiempo, y me da por echarte de más, cuando debería hacerlo de menos.
Retira todas las canciones compartidas, por si me entra la nostalgia al volver a escucharlas. Acaba también con los textos que un día te dediqué, por si me da por leerlos de nuevo, y recaigo. 
Si me rompes, hazlo de verdad, para que sepa también que me has roto las ganas. Hazlo de tal forma, que incluso mi propio entierro, sea lo más parecido a algo como que me estés salvado de volver a caer, pensando en tí. 
Vete, así, con paso firme y seguro. Con intención de no mirar de reojo, y mucho menos, de girar la cabeza. Huye, pero esta vez, sin dejar rastro. 

Yo, por mi parte, prometo tatuarme el dolor de los últimos días, que supongo, no fue poco. 


Y joder, 
que la culpa no es tuya. 
Porque, 
por muy grande que sea la ola,
siempre acabará,
muriendo en la orilla.


lunes, 30 de julio de 2018

Cuando te veo.

Te has llevado una parte de mi. Y yo sigo pensando, que donde mejor me quedas, es cerca. Que el equivocarse y caer, también es parte de la historia. Que las segundas oportunidades son algo así como acudir a mi propio entierro, a dejarme flores. Que el tiempo cura, pero también oxida. Que me resigno a pensar que si soy lo suficientemente importante, encontrarás una forma; y si no, una excusa. Que a veces las cosas no salen bien, porque si duele, no puede ser amor, y menos el de tu vida. Que el equilibrista camina con pasos cortos, y quien lo hace a zancadillas, termina retrocediendo. Que el tiempo y espacio jugaban en contra. Que yo caigo, si tu me esperas. Que una vez me dijiste que sabías que te arrepentirías de pasar página, y yo, convencida, te contesté que soy esa clase de libro que a nadie la gustaría volver a leer; y así nos va. 

No seas tú, porque para mi serías tormenta en un mar de dudas. Porque si te acercas, yo no voy a poder salir ilesa. Que te clavas en mi como espina, y dejas marca. Porque duele el saber que estás, pero esta vez, sin esas ganas de quedarte un rato más. 
Joder, que mis labios te piden que vuelvas en código morse. Analizo con nostalgia lo que no está y nunca quise perder. Y es ambigua la pena sentida a pesar de la alegría pasada. 
Que es cierto eso que dicen de que duele el terminar entendiendo que toda magia implica truco, y que toda vela espera un deseo. Que la corriente arrastra, y el naufrago, termina ahogándose. 

Y es que, cuando te veo, cojo aire y finjo mi mejor sonrisa. Ya sabes que fui más tuya que de nadie. 

Por que, a estas alturas, 
y con el vértigo entre las piernas,
si me preguntaran donde estoy,
yo contestaría,
que aún aquí,
echándote de menos. 



domingo, 17 de junio de 2018

Hoy: tocada, y hundida.

Que difícil es entender que no todos somos el momento perfecto de alguien. Tampoco su casualidad más bonita, ni el tatuaje que les gustaría lucir de por vida.
Que jodidamente difícil es no tener nada que decir, a quien, en su día, te dejo sin palabras.

Algunos son tan de olvidar, y otros somos tan de vivir en el recuerdo. Y que sí, que yo me quedo con lo bonito, con los noventa días más perfectos que nunca antes nadie me ha regalado. Los otros treinta, supongo que, son la cuesta arriba de cualquier historia.
Muchas veces he oído eso de que en los lugares seguros, no se nos enseña a sobrevivir. Que a veces, se necesita un poco desequilibrio para aprender a mantenernos en pie. Me gustaría pensar que esta vez la gravedad está poniéndome a prueba, para ver si soy capaz de no tropezarme contigo de nuevo, y caer, por supuesto. 

Aposté por ti, y yo, en mi línea de ilusiones, me he quedado esperando toda la tarde, a alguien que no tiene la intención de volver. Qué fácil es olvidar aquello que nos consume, y creedme, que no lo digo por mí. Joder, que yo solo quería bailar un poco más, y tu has terminado pisándome los pies. Tu, ti, te, contigo. Así es como conjugas la melodía perfecta para terminar rompiéndome un poco más. Suena irónico eso de que quién un día nos devolvió a la vida, sea quien ahora nos la esté quitando. 


Os juro que me estoy hundiendo, 
y que es cierto eso que dicen de que,
no todo el que se hunde,
consigue salir a flote. 







martes, 29 de mayo de 2018

Dueles.

Ojalá las cosas volvieran a ser como antes. Ojalá presente y futuro, pero conjugados en el pretérito más perfecto y menos simple que jamás he conocido. 
¿Sabes? llevo tiempo preguntándome que he hecho mal, comiéndome la cabeza hasta terminar comprendiendo que ahora ya solo soy diana, para cada uno de tus dardos. Y duele, joder. Que disparas directo al corazón y eso es robar vidas. Que lo haces con tanta fuerza, que atraviesas papel y dejas marcas, pero de esas, de las que parece que no vayan a quitarse nunca.
Y que sí, que a mi ya me han roto, y quizás más de un par de veces, pero esta vez, quien lleva el arma eres tú, y supongo que eso me hace aún más vulnerable. 
Quizás debí preguntarme, que quien coño querría versos, sabiendo que tú ya eres poema. Igual ese fue mi error. 
Sé de sobra, que no te voy a encontrar en nadie, porque todos dejamos huella, y tratamos de cerrar heridas para evitar que escuezan. Pero también sé, que tú tampoco me encontrarás en nadie. No es una amenazada, sino una realidad, de esas que llegan de frente pero tratando de evitar el golpe. 
Yo, voy a dejarte ser feliz, sea conmigo, o sin mí. Porque "amor" es despegarte de quien fue salvavidas, afrontar los problemas cuando ya están aquí, y dejarle el camino libre, por mucho que duela. 

Siempre he pensado que salir corriendo es de cobardes, pero sobretodo, si decides hacerlo por la puerta de atrás.  Supongo que es, porque yo siempre he sido más de quedarme esperando. Y sí, que a pesar de todo, aguanté. Viví creyendo que el "puedo" pudo haber vencido al "quiero", pero no te culpo, porque a veces uno quiere ser epicentro de abrazos, y al final, termina con la soga al cuello. 

Lo que duele, es que los lunes ya no son menos lunes. Que hay canciones que no volverán a sonar en el coche, y que tal vez, termines con un calcetín desemparejado, como metáfora de la vida. Ya no sé si lo que has perdido conmigo es el valor, o las ganas. 
Dicen que a veces es necesario desconectar para volver con más fuerza. Que en determinados momentos nos sobra ilusión y nos faltan dudas. Que a veces, el echar raíces, se nos antoja demasiado pronto. 

Parece ser que Roma, que al revés es amor, se convirtió en ruinas antes de tiempo. 
Algo así como jugar al ahorcado, pero que quien termine ahogándose, sea yo.

Y joder, 
me aferro a la idea de pensar, 
que eres la ecuación más jodidamente perfecta que ha pasado por mi vida, 
pero también,
esa que nunca conseguiré resolver.
Eras tú o yo, 
pero no, 
nosotros. 

viernes, 20 de abril de 2018

(d)escribirte mejor en persona.

"Si yo pudiera darte una cosa en la vida, me gustaría darte la capacidad de verte a través de mis ojos. Solo entonces te darás cuenta, de lo especial que eres para mi" Frida Kahlo.

Ella, aprendió hace mucho tiempo, que no se puede entrar en la vida de alguien, buscando la salida de emergencia. Y de ahí, eso que dicen de que todos los caminos llevan a Roma; pero lo que no sabéis, es que Roma al revés es amor, y amor ahora, es él. Que no sé como explicarle que yo ya no necesito un plan B, que con el A, el "ser y estar" ahora coinciden en tiempo y espacio. Que yo sería capaz de perder el norte una y mil veces, si el sur es algo parecido a tenerle cerca. Que me encantaría seguir siendo sus "buenos días", y sus mejores noches. 
Y que una vez me dijo, que lo que más le haría feliz, sería tener un poco más de tiempo, y creedme, que yo me estoy rompiendo la cabeza por tratar de averiguar que cifra tengo que dividir por la mitad, para conseguir regalarle un poco de tiempo al cuadrado. 

Y es que, ahora mismo, aunque no me diesen a elegir, yo te seguiría escogiendo a ti. 
Porque, tú eres de esos que desprenden magia sin apenas darse cuenta, y encima, luego tienen la poca vergüenza de mirarte de frente y decirte "oye, que yo no estoy haciendo nada". De esos que le dan mildoscientas vueltas a las cosas buscando su sentido más descabellado, y consiguen que lo tenga. Y sobretodo, de esos que sin quererlo, me acaban enredando en sus historias. 

Ninguno de vosotros entendéis mi razón de escribir: hacerlo, y que alguien lo sienta. Que yo soy de esas que odian los gatos, pero mataría por comerte a besos otras siete vidas, si eres tú el que me lo pide. Que a veces, aunque no pueda ayudarte como me gustaría, yo estoy siempre en tu equipo para celebrar cuando las cosas vayan bien, y beber mucho cuando vayan mal. Que mientras no te falles a ti, todo ira bien.
Y dios, todo esto es sólo para recordarte que no se trata de estar siempre a la altura, que tú ya has tocado la cima. Por favor, no pierdas nunca esas ganas tuyas de superación, de demostrarle al mundo que aquí llegas tú, pisando fuerte. Que un boina verde no se rinde,  porque tú ya has escrito el prólogo y unas dos mil trescientas páginas de este libro, y que ya sólo, te queda cerrarlo. 
Pero sobretodo quiero que recuerdes que aquí, la única derrota, se resume en una frase: el no haberlo intentado. 

Por eso, sal ahí,
y demuéstrale a ese coquito tuyo,
que esta guerra es tuya.
Porque para mi,
tu eres la definición perfecta,
de que uniendo todos los puntos,
siempre acabamos pisando la meta. 


domingo, 31 de diciembre de 2017

mi dosmildiecisiete.

Miro atrás con nostalgia y vértigo. Otro año que se va. Vigésimo segundo en una escala de Richter, con terremoto incluido. 

A veces pienso que medimos el tiempo porque nos angustia su paso. Y ahora, que el contador está a punto de frenar, es cuando entiendes: que el pasado marca, pero no sentencia. 
Este año, me he dado cuenta de que no se trata de quien decide quedarse, sino de quien nunca se plantea irse. Incluso he llegado a experimentar el no querer marcharme de un lugar, pero tampoco, tener motivos suficientes como para querer quedarme. He entendido que no se trata de distancias, sino de demostrar que estás, aunque sea lejos. 
He acabado aprendiendo que el problema no es lo que te pasa, sino lo que estás perdiendo. Que tendemos a morir de sed mientras nos ahogamos. Y es que joder, este año ha sido una terapia de choque, de ver el precipito siempre desde el borde, donde el vértigo me pedía que saltara desde a cornisa, porque, a veces, la mejor forma de arreglarse a uno mismo, es dejándose llevar. 

También he comprobado que para perder, no siempre hace falta arriesgar. 
Y que para dejar huella, no siempre hace falta pisar. 

Aunque también he visto hacerse de noche cada vez que parpadeabas. Y ahora quizás, nuestro particular incendio, esté extinguido. 
La ansiedad escribió un "demasiado" delante de cada "tarde". Ahora todo son pétalos impares. 
Sin embargo, le doy las gracias aun así, por hacerme creer que por un momento, que esta vez, sí.

No sé si este año ha sido de metamorfosis, o pura supervivencia. Cosas de alma de nómada que encuentra hogar en corazones tormenta. Tormento que se convierte en baile. Y versos en braille escritos en miradas. 

Pero de algo sí estoy segura, y es que este año he sido capaz de demostrar con mis pies, lo mucho que he andado. Y he asumido, que lo que veo y repudio, forma más parte de mi, de lo que doy por hecho. 
Y que esta, es mi particular forma, de enseñar a volar. 

Mi dosmildiecisiete es de todos aquellos que me han visto romperme, y han decidido quedarse. 

De los que han sido capaces de dibujar en cada imposible, una puerta.
Y repito, el pasado marca, pero no sentencia.



jueves, 15 de junio de 2017

El amor es dolor.

Qué porque no te quiero en mi vida.
Parece raro eso de no habérmelo preguntado hasta estas alturas de la película, ¿no crees?. Supongo que es porque nunca te has cansado de provocarme ojeras. Y es que me cuesta reconocer que ya no sé reconocerte. Yo nunca quise que acabaras conmigo.
Porque conviertes en grises los días claros. Porque usas la mentira como coraza, y arma. Porque haces de los recuerdos ceniza. Porque las madrugadas que contigo se me hacían tarde, ahora solo se me hacen temprano. Porque hay errores que son aciertos, pero empiezo a pensar, que tú fuiste mi peor acierto por equivocación. Porque sabes hacerme daño, y eso duele. Porque se pilla antes a un interesado que a un cojo, pero ya sabes, que lo mío nunca fue el deporte. Porque he aprendido a valorarme, a darme tiempo. Porque has sabido simular querer hacerme feliz. Porque has jugado conmigo una y mil veces. Porque juegas con un as bajo la manga.Porque has aprovechado cada buena intención que salía de mí, para pensar un poco más en ti. Porque eres tremendamente egoísta. Porque al conocerme de más, has hecho que me quiera un poco menos. Porque las noches son más oscuras cuando apareces. Porque te has alimentado de mi inseguridad. Porque hasta hace un par de horas no tenía en mente esto. Porque apuestas a caballo ganador, pero conmigo no has acertado. Porque el problema está en sentir, cuando ya no sientes nada.
Que te quise, que te convertiste en mi única prioridad por mucho tiempo, que fui capaz de renunciar a un mundo sin ti, a cambio de un mundo contigo. Que eras mi sonrisa diaria, y mis noches en vela. Que no había epicentro más cierto que uno entre tus brazos.
Pero te llevaste todo por delante.
Ni si quiera sé si quieres recuperarme, arreglarme o recoger los trozos que dejaste a tu paso. No entiendo tú juego ni tus ganas de seguir jugando.
Para que mentir, todavía dueles, todavía te quiero, pero todavía sigo deseando que te vayas, porque el amor no es amor si está constantemente doliendo.

He aprendido que muchas veces no es problema de distancias, sino de futuros, de no saber encajar con alguien. Y es que si dos se quieren, por muy lejos que estén, se van a encontrar. Y cariño, contigo fue más un problema de estadísticas,
de querer creer,
que me querías,
cuando lo único que conseguías
era hacerme un poquito más vulnerable.
Y te odio, 
por haber sido la única persona ,
a la que alguna vez he querido. 















miércoles, 12 de octubre de 2016

Mucho cuento para tan poco lobo.

Venga, vamos a ser sensatos por una vez en esta historia, y admitamos que solo tú y yo sabemos quedarnos mirando como el otro se va. Vamos a admitir que nunca fuimos mucho de velocidades, pero tampoco de frenos. Que siempre nos dijimos las cosas mil veces, por primera vez. Que nuestras caricias también dejan marca. Que Bon Iver no es eterno. Que la poesía es la voz de los mudos. Y que con la mirada también se escucha, y se habla.

Me aferro a pensar en que hemos sido víctimas de un amor a destiempo. El momento inoportuno de la historia que terminó por dejarnos sin aliento. No fuimos capaces de ver el vaso medio lleno, y las casualidades no terminaron por sonreírnos.
Y aquí te tengo, esta noche. Tú eres el único que sabe desnudarme con la mirada. Joder, que ya sé que todos los caminos llevan a Roma, pero solo tus brazos me llevan a donde yo quiero. Que ahora parece que no entiendes que yo no quiero ser con nadie, lo que una vez fui contigo. Que te miro y me veo dispuesta a todo. Y que todavía vuelan las cenizas de la primera vez que incendiaste mi vida.
Aún recuerdo aquel día en el que me enamoré de ti.
Dicen que la magia es aquello que te salva inesperadamente, en el último segundo del descuento. Y eso fue algo que aprendí el mismo día que me cortaste los cabos, y me gritaste, que para que necesitaba cuerdas, que nuestro mundo era de locos. Ese día me enamoré de ti, porque desafiaste los horarios y supiste convertir lo amargo, en algo un poco más dulce. Porque sabes lo poco que me gusta pisar las rendijas del suelo, y dormir echa un ovillo. Porque todo parecía más cálido. Porque aún no sabes la cantidad de sombras que has alumbrado. Porque has sido la llave para solucionar todos mis p(r)o(bl)emas.

Lo que vosotros no sabéis, es que él me enseñó que la cuestión no está en querer hasta que duela, sino hacerlo hasta tal punto, en que deje de hacerlo.
Confieso que la mayor locura que hice una vez por amor, fue quedarme a ver que pasaba. Y esa vez, fue contigo.
Y todo, porque no entendéis lo que es amor. Porque para mí, amor es mirarte a los ojos y echarte de menos aun cuando nos decimos adiós. Es como confesarle al otro, la falta que te hace.

Me asustan estas ganas infundadas de volver a besarte. Explícame que coño hago pensando en tus maneras. Porque eres un imposible que murió sin ser intentado.

Pero hay algo que quiero que sepas:

y es que,
eres la única cicatriz que llevo,
con la cabeza bien alta.


lunes, 22 de febrero de 2016

Cuando olvidas como querer(te).

Yo supe querer, quedarme y caer. Pero admito que, a veces, la remontada es complicada. Porque, quien no ha intentando alguna vez, construir hogares, sobre suelos inestables. Quien no ha vivido de golpe, y sin medir las consecuencias. Quien no le ha sonreído a un tal "cualquiera", para que la destrocen por dentro. Quien no ha sido nunca una chica de "aquí o ahora, ahora o nunca". Quien no ha sonreído mientras todos los pedazos de un mundo colapsado se le venían encima. Quien no ha sido mujer de besos fugaces y despedidas predeterminadas. El vicio de cualquier indeseable a altas horas de la madrugada.
Entre copa y copa, vas disipando problemas, y recuerdas aquello que en tu vida, ya ha pasado a un segundo plano. Y entonces, llega él, con esos ojos verdes, con sus maneras y su forma de comerme la oreja. Y me hace perderme en lo más parecido que hay a un precipicio, su boca. A continuación, me pide que sea sus ojeras de mañana; y yo, como él bien sabe, últimamente termino alimentando con pólvora a todos aquellos que consiguen acercarse a mi boca, y arrepintiéndome después, como si eso fuera a solucionar algo. Como intentando disfrazar al dolor de belleza. Aunque lo cierto es, que es muy triste sentirte como la causa perdida de alguien, que ni siquiera te ha encontrado.
Quien sabe, quizás empiecen a llamarme "mujer a título perdido", o mis ganas hayan tocado fondo, y la sábanas de un cualquiera sean mi mejor refugio.
Duele el tener que esperar a alguien que sabes, que nunca va a llegar. Pero duele más aún, recordar el tiempo que sí lo hiciste, con la certeza, de que ese alguien, jamás volvería.
He conocido a mis mayores errores durante estos últimos meses. Me he convertido en aquello que he criticado toda mi vida. Bendita puta; o quizás, mejor vendida. Vendida a los ojos de cualquiera que le ofrece una copa, o que le susurra al oído lo guapa que está esa noche. Ser la niña de la mirada perdida en ninguna parte. La que se rompió, y a la que nadie quiso recomponer. La del "que importa el que dirán". O a la que el invierno terminó por cobrarla la factura de la falta de cariño.
Y creedme cuando os digo, que es jodido sentirse así.
Porque,
no hay nada mas doloroso,
que el verse reflejado,
en aquello que uno,
siempre ha detestado.
                                        https://www.youtube.com/watch?v=e2BgR5NNc94






miércoles, 30 de diciembre de 2015

Y el cielo lloró esa noche por ella.

Día trece: vuelve. Toda esta ausencia me está matando. Tengo la nostalgia aferrada a cada párpado.

Dicen que para cada historia hay un final, aunque a veces, no es digno. Porque se nos queda demasiado corto si lo comparamos con las páginas anteriores. Y todas las líneas que subrayamos con ánimo de no olvidarlas jamás, un día, dejan de ser la medicina que cura el dolor a un enfermo. Porque querer, a veces, es dejar ir. Hacer un sacrificio por el otro.
Pasó mucho tiempo, hasta que comprendí que el tener que pedirle a alguien que no se fuera, era, porque ya se había ido. Y así fue como la introducción a un inminente final venía anticipándose meses atrás. Porque mientras te clavabas en mi como una espina, yo solo imaginaba lo bonita que quedaría la herida una vez, hubieras terminado la faena. Porque creo, que si te paras a pensarme, y a pensar en todo lo que compartimos, y perdimos por ilusos, te darás cuenta que hay heridas que merecen estar, y quedarse.
A veces retrocedemos. Escapamos. Volvemos. Huimos de nuevo hacia el ayer, porque dejamos pendientes varios abrazos que dar, o es que, quizás, nos estamos precipitando a ser vacíos, sin más. A ser el hueco que alguien hizo cuando nos disparó y no supimos detener la bala sino quedándonos muy quietos, esperando la herida.
A veces, te imagino en bajito, no vaya a ser, que despierte al pasado. A deshoras te describo a lápiz, porque en todo lo que a ti se refiere, siempre fui muy de cometer errores. Y yo muy mía, y un poco tuya. Y la lluvia dándose de ostias contra el cristal, y flores marchitas en tumbas, porque, ¿Qué coño van a hacer con la vida que desprende una margarita?. Yo ya no quiero que me deshojes: "me quiere", "no me quiere", "me quiso". No lo sé. Pero que nadie nunca, se atreva a decirme que tú no eras poesía, porque entonces, yo les diré, que no tienen ni idea de literatura. Porque tú, en invierno, siempre supiste ser primavera.
El otro día me puse a pensar en si me seguirías odiando, y caí en la cuenta de que para hacerlo, primero, tendrías que acordarte de mí. Permíteme entonces excusarme, y es que, hay personas que son exactamente una recopilación de todo lo que nos gusta, y a veces, uno cae.
Y que ridículo eso de pensar que a todos nos querrán de la misma forma en la que nosotros queremos. Tal vez por ello volví corriendo al lugar del crimen, aquella calle donde me lo quitaste todo, para ver si te sentía otra vez.
Y esta noche me quedaré yo haciendo guardia, por si decides volver, y quedarte un rato más.
Aunque la realidad es, que prefiero que te quedes sin tocarme, a que lo hagas, y te cortes. No sé si me explico.

Y es que un día entiendes,
que quien de verdad quiere,
aunque no pueda quedarse,
siempre vuelve.

 








    

domingo, 22 de noviembre de 2015

Ella era la rosa, y también quien la cortó.

He aprendido que algunas veces tienen que romperte, para encontrar qué tenías dentro. Que es mejor dejar solo a quien necesita estar un tiempo consigo mismo. Que hay un punto en el que las heridas no destrozan, solo escuecen. Que cualquiera se pudre esperando de nuevo un "nosotros". Que los corazones también son de dinamita, y explotan. Que el error fue buscarnos en unos ojos que no nos miraban. Que a veces, corremos sin mirar por dónde vamos, y al final, acabamos en el mismo sitio del que huíamos. Que quien quiso ser abrazo, termino convirtiéndose en cuchillo. Que de ningún laberinto se sale, con llave ajena. Y que las mejores respuestas, te las da el tiempo.

A ratos, me pregunto si realmente estoy mejor, o tan solo, me he acostumbrado. Porque, con cuantas personas he estado, pero, con que pocas, he sido. Como Enero y Diciembre, tan cerca, pero a la vez tan lejos. Siempre he creído que yo no valgo para querer, porque luego, no se dejar de hacerlo. Hay que tener mucho cuidado con depender de aquellas manos, que no tardan mucho en soltarte. Porque ahora, es cuando el frío empieza a calar, y las resacas empiezan a doler. Madrid me ha visto llorarte a los ojos, y no dejó que me ahogara. Y ahora, me ha regalado la ilusión de creer que en el amor, a veces arriesgamos, y también ganamos. Porque, al fin, he comprendido eso de que al final, lo importante no es quien se acerca, sino quien te salva. Y esta vez, mi salvavidas, puede que lleve facturado un nombre distinto del tuyo.

No hay nada más eterno que el recuerdo. Porque todo se reduce en pensar en quien te iría a buscar, si te perdieras. Y ojalá me recuerdes como si tuvieses miedo a olvidarme. Lo que duele de que alguien no esté, no es que falte, sino que no te llame para recordarte que te echa de menos.

Los últimos besos, nunca saben como el primero.
Has llegado a ese momento en el que es la página la que termina pasándote a ti. Porque, fuiste el libro que cualquiera querría escribir, y yo tuve la suerte de leer.
Porque, todo lo que viene pisándote los pies, un día se va pisándote la vida.
Y presiento que nos dolerá cuando ese alguien no nos reconozca en un cruce de miradas, e intente apartar la vista de los ojos que lo vieron, en sus peores caídas.

Porque puede que mi,
"para siempre",
se antojara demasiado pronto,
contigo.

"Ella era la rosa, y también quien la cortó".



viernes, 23 de octubre de 2015

Dedicado a quien te dejó ir: Inspirado en "My Lord, My love" de Anthony and The Johnsons.

Me han dicho, que habían vuelto a verme sonreír, como solía hacerlo antes. Que ya no había muecas rotas en mi rostro. Que parecía que había recuperado la ilusión, como si los cristales rotos se hubieran vuelto vaso, esperando a que alguien, lo llenara de nuevo. Pero que bien se me dan las apariencias. Y el hacer creer a la gente, que es muy fácil juzgar mi interior, solo mostrando la portada.

¿Sabes? Hoy me han preguntado por ti. Y me he quedado callada, pero al mismo tiempo, soltándolo todo en un mueca de "me hace feliz el recordar, lo feliz que ha sabido hacerme. Pero también me provoca dolor, el saber que se ha ido".
El dolor es bueno, me hace sentir que me importaste tanto como de verdad lo hiciste. Y eso no es poco. A veces, me siento como si trataras de sacarme del foso, pero lo único que me lanzas, son sogas. Porque, a día de hoy, aferrarme a tu recuerdo, me salva más que vivir sin él. Y eso es lo que realmente duele.
Ojalá el tiempo avanzara del mismo modo en el que lo hacen los cangrejos, hacia atrás. O las caracolas supieran traerme de vuelta el sonido de tu risa. Ojalá el "why can we just rewind" de Paolo Nutini fuera la respuesta a todas mis preguntas.Ojalá el olor a crepes recién hechos todas las mañanas. Ojalá sábanas naranjas, y pijamas con coronas. Ojalá nos(otros), y no otros.
 Pero entonces, llega la realidad y me pellizca. Despierto con legañas en los ojos, y la mirada perdida en ninguna parte. Como gritando tu nombre en cada esquina, y escuchando el eco de mi propia voz de vuelta.

Una vez te escribí eso de que eras mi devoción de no querer dejar de verte. Y ahora, me has vuelto atea. Que eras mi número séptimo favorito del abecedario, y ahora, he olvidado cómo recitarlo. He dejado de utilizar nuestro icono favorito del whatsapp, para no volverlo mundano con cualquier otro. Y el año que viene, Febrero lo convertirá en bisiesto, aunque supongo, que disimularé no haberme dado cuenta.
Porque, eso es lo que mejor sé me da, disimular. Actuar como si lo que fue, nunca hubiera sido.

y puedo decir,
que por fin,
he entendido eso de que,
para borrar tu recuerdo,
tal vez,
tenga que hacer como Nerón,
y quemar Roma,
hasta los cimientos.

Y ojalá encuentres el amor,
y esta vez,
no tenga punto y final.
Porque, desearle a alguien que sea feliz, aún cuando te duele hacerlo, es una forma de acepar que no todo lo que llega a tu vida se quedará.










miércoles, 7 de octubre de 2015

Chica terremoto.

¿Sabes? estoy aprendiendo a engañarme, pensando en que ya no te necesito. Que has dejado de ser el epicentro de todas mis razones, y de todos mis insomnios. Ahora, más que antes, no que nunca, estoy convencida de que lo que está destinado a ser, también puede caminar por otros caminos. Y entonces, la "chica terremoto", comprendió que "demasiado tarde" también es un lugar. Y muy frío. Porque el amor es esa bala que te ponen en la sien, y tú, ya sin duda alguna, eres la víctima del crimen más perfecto jamás organizado..
Quizás la clave, es asumir que el desastre estuvo aquí desde el principio, y agarrarlo con fuerza mientras bailamos con él. Aceptar que es nuestro, que siempre lo ha sido, y que, por muy fuerte que suene, también nos va a acompañar durante el próximo capítulo. Porque, un abrazo, a veces, también representa un atentado. He sentido como cada músculo, cada vértebra, cada rincón de mi cuerpo, me ha hecho temblar, y desaparecer, al compás de tus caricias.
Por ti, o mejor dicho, una vez ya habiéndote ido, la chica terremoto dejó de ser día, y se convirtió en penumbra. La dispararon en el corazón, y el autor del homicidio decidió quedarse dentro. Como cuando intentas desatar un nudo, y al final, lo que termina pasando, es que te ahorcas.
"Que cierre la puerta con llave, todo aquel que decida marcharse", me repetía a mi misma. Pero el dolor es arquitecto, y es quien nos construye.

Y ahora, ya no sé que duele más; si la puñalada, o el recordar a quien te la hizo.
Nunca busqué tiempo perdido, ni ganas sin usar. Sino que quería tiempo en el que perder la noción del mismo.

Quizás debería empezar a preguntarme, por qué no soy la cicatriz que lucirías con orgullo. O por qué no soy tu primer pensamiento, cuando alguien te pregunta que en qué estas pensando. Por qué no soy la casuística de tu casualidad más bonita. Por qué no soy tu verano inolvidable. Por qué. Por qué no soy esas palabras que subrayas de tu texto favorito. Por qué no soy tu error deseable, por qué no soy la música de fondo de tu vida.
A lo mejor es hora de empezar resignarme a dormir abrazada a tu recuerdo, mientras me susurra al oído, muy bajito, que algunas personas no duran para siempre: Duran lo que tienen que durar, para que se conviertan en herida, o en sonrisa.

Porque,
hay lugares perfectos para morir:
los suicidas buscan armas,
y yo busco personas.

.



lunes, 21 de septiembre de 2015

"Un clavo (no) saca a otro clavo"

Es siempre igual. Querer o dejarse querer. Recibir el balazo, o disparar el arma. Ser artista, o musa. Pero yo siempre fui más de tirarme de cabeza hacia la literatura. No sé como sujetar una pistola. Y estoy tan rota por dentro, que todo aquel que trate de acercarse a mí, terminará por cortase.

Siento que hay algo que se me escapa de las manos, y ese algo puede que sea alguien. Alguien a quien nos aferramos en exceso, en el que hemos echado parte de nuestras raíces, y en quien construimos un refugio, o al menos, la idea de uno. Como cuando ese alguien, en presente, se convierte en la ciudad en ruinas más bonita que jamás he conocido. Pero una vez más, con las puertas de su muralla cerradas en mis narices.

Y ahora, la noche es más noche, y el sol no brilla tanto, desde aquella vez en la que descubrimos quienes somos, y lo que estamos dispuestos a hacer para construir la felicidad.
Se acabó para siempre, y me duele como el primer día que empezó a deshacerse todo.
Tal parece que todo se resume en buscar, intentar buscar, pararte, salir al asfalto y quemarte los pies. Pero es que nadie te enseña a caminar con tantas ausencias, con tantos "te echo de menos".
Todo ello, me ha enseñado, que no podemos esperar a aquel que quiere venir, pero no viene. Que en determinados momentos hay tanto que decir, que no decimos nada. Que a veces, la misma persona que curó la herida, es ahora quien la causa. Y, es que, ciertas cosas no valen tanto como para llorar por ellas, porque si algo ha de venir, vendrá una tarde de invierno, para ahuyentar el frío y quedarse muy cerca de nuestro lado favorito de la cama, abrazándonos, mientras fuera, no deja de llover.

Llegaste en un momento de mi vida, en el que no sabía si era suficiente para alguien. Y ahora imagino que la felicidad será algo parecido a encontrar a alguien que no te pregunte porque eres así.

Pero se fue como lo hacen los farsantes,
dejando siempre la herida abierta,
obligándome a verla en todas partes.
El tiempo reescribió nuestra historia,
y quise resucitar,
y probé otros,
pero todos tenían un defecto: no eran él.
No me dejó ni un adiós de recuerdo,
pero sí un tatuaje de por vida: Un clavo jamás sacó a otro clavó.
Porque yo lo que necesito,
son unos alicates.
Porque hay que entender que ningún remedio funciona,
si el enfermo no se quiere curar.




domingo, 30 de agosto de 2015

Sé que no será facil, pero voy a intentarlo.

Todo el mundo cree haberse enamorado alguna vez; Hasta que lo hace por primera vez.
Y no pones nombre a la soledad, hasta que la vives en primera persona. 
Bien es verdad aquello que dicen de que "para que nada te duela, a nada te aferres", pero luego la gente pide alas en vez de aviones por navidad; Inventa pasos de cebra en cualquier esquina para cobrarse el beso del semáforo en rojo; Baja a todos los elefantes de la tela de araña para sentarse contigo; Toda la poesía del mundo se escribe en braille en cuerpos ajenos; Y Peter pan se deshoja las pestañas pidiendo como deseo el envejecer contigo. Y, aun así, de vez en cuando, tienes que olvidar aquello que sientes, y recordar lo que te mereces.

Siempre he sido partidaria de creer que a veces, en la vida, tienes que alejarte de las calles por las que pasas siempre, para darte cuenta de que hay otros caminos que merece la pena explorar. Pero cuando llega la práctica, en mi opinión, hay que tener mala memoria, o tal vez demasiada fuerza, para no volver a caer de nuevo en el costumbrismo rutinario. Porque he sido tan feliz, que ni siquiera he necesitado parecerlo. No sé si me entendéis.

También he escuchado eso de que no hay finales felices. Que los finales felices son la parte más triste, ya que cuando estableces una situación como real, será real también en sus consecuencias.
Las personas no se olvidan de un día para otro, y menos si te han dejado a su paso cicatrices. Lo mejor en la vida lo encuentras sin haberlo buscado. Y,  al final, los dos hemos acabado perdiendo, tú a quien más te quería, y yo mucho más de lo que puedes imaginar.

 Considero que, de vez en cuando, el cambio es bueno. Pero no es fácil. Me aferré a un "ojalá nunca te abrace por última vez", y terminé rogándole al tiempo que retrocediera a nuestro favor.
No hay mayor satisfacción para uno mismo, que conseguir aquello que en su día te pareció imposible. Confiar en alguien me llevó a no confiar en nadie. Y es aquí donde comienza mi cuenta atrás. Pero la realidad es, que si no te hubiera conocido, aún me haría falta conocerte.
Sin quererlo, o mejor dicho, queriéndolo, me has regalado el mejor año de mi vida. Un día 19 decidiste quedarte, y desde entonces, no ha habido mayor satisfacción para mi, que saber que he podido contar contigo, un día sí, y otro también.
Tengo tres eternidades de razones escondidas en los bolsillos para darte las gracias, y sencillamente espero haber estado a la altura en su momento para demostrártelo.

 Para mí,
amor es cuando tienes motivos suficientes para renunciar a una persona,
y aun así no lo haces.

27 de Agosto 2015,
4:47 am.

domingo, 21 de junio de 2015

Y yo no sé si para siempre, pero si por ahora.

Lo que es bonito, es empezar el verano con quien terminaste el último.
A ratos creo verte sin mi, a ratos me gusta imaginarme en tu pasado y pensar que nos cruzamos en algún charco sin darnos importancia. Como si llevásemos pegadas las ganas de un "sin ti", pero con un "contigo" entre líneas constante. Como cuando éramos lo suficientemente fuertes como para cerrar la puerta, pero demasiado débiles, como para echar la llave.
Ojalá fuera capaz de transmitir el tacto de tu pelo, cuando me dejas enredarlo entre mis dedos, y de repente han pasado dos horas, y de repente llevo dos horas a ras de sueño. Te diría, que cuando me miras en tono serio, yo te miro con tono yo, que viene a ser jodidamente enamorada de todos tus tonos. Y no voy a hablar de tu nuca, de tus ojos, de la envidia que me dan tus uñas cuando te las muerdes, o del verso más bonito que jamás me había dedicado nadie. Hasta que llegaste tú, te armaste en forma de poca luz y besos, y me dijiste las dos palabras que no han dejado de sonar en mis silencios.
Y yo también te quiero, vida mía, pero jamás seré capaz de escribirte cuánto, de qué modo, ni hasta que punto. Porque para eso necesito tenerte enfrente, dejar la poesía a un lado, y decirte con todo, menos con palabras, que desde que estás en mi vida, la vida envidia mi suerte, y la suerte se ha instalado por completo en mi vida.

"-Y que pasó entonces.
 -Pasó un hombre.
 -Pero que pasó.
 -Que era de los que nunca terminan de pasar."

Y no sé si me entendéis.
Porque contigo el vértigo es no saber estar a la altura. Tan delicado e invencible como una canción sin letra. Porque te pienso querer como no me han querido nunca.
Que yo no sé nada de la vida, y mucho menos del amor; pero quizá tenga algo que ver con saltar al precipicio sin esperar siquiera que te crezcan alas mientras caes, porque basta con que te mire para volar. Con que llegue, te abrace, sostenga tu mundo y por un segundo haga que dejes de temblar. Con que sonrías, de verdad, como si nunca antes hubieses tenido motivos para llorar. Con que te mire y suspire. Con que te coja de la mano, luego sonría, y ya no sean ganas de vivir, sino de morirte nunca.
Y es que hay personas que jamás deberían acabarse.

Porque te quiero lo suficiente,
como para dejarte ir,
pero también lo suficiente,
como para dejarte volver.