No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







martes, 31 de diciembre de 2019

Mi 2019 eres tú.

Siempre he pensado que invertimos el tiempo en lo que nos hace felices, en quien nos hace felices. Que la ecuación de la velocidad, se multiplica dependiendo de con quien compartamos el espacio; y que el tiempo, es lo único que no recuperamos nunca.
Por esto mismo, me gustaría confesarte que me has regalo los mejores días de mi vida. Y que sí, que me has ganado, que te lo seguiré repitiendo una y mil veces mientras me queden fuerzas, y es que: "pierdo el sentido cada vez que me miras".
De una cosa estoy segura, y es que este 2020 yo quiero seguir escuchando tus refranes, leyendo tus mensajes amorosos a las cuatro de la mañana y comiéndote a besos cada vez que te despistas. No quiero que las cosas cambien, porque estoy muy cómoda en ese sofá de condesa que te he robado, y porque adoro que me chinches cuando "voy a planchar la oreja", como dices tú. Que yo quiero seguir empapelándote la casa de post-it en forma de corazón, y mandándote berberechos, aunque no pueda contenerme las ganas de contártelo y al final, nunca no sean una sorpresa. Quiero un 2020 viendo pelis con finales que ni tú ni yo entendemos, con maratones de Pingu y videos de Beret en Youtube -y como no, del Betis-. 
Quiero un 2020 en el que siga quejándome porque me haces lapa, donde "al próximo día" ya tengas ganas de verme, y en el que te dé el gusto de ganarme a Triviados. Otro año más en el que sigas buscando cualquier excusa para tomarte una "cervecita", porque claro, cualquier excusa es buena para eso; y en el que me sigas animando cada vez que me dan bajones al teléfono, haciendo que los kilómetros pesen cada vez menos; y en el que te sigas ilusionando por cualquiera de mis tonterías.

En serio, que si me dejas, yo te agarro bien fuerte la mano y nos vamos a donde sea, me da igual, pero contigo; que te pienso levantar si te caes y te empujo si hace falta, pero yo de aquí no pienso moverme. 
Y es que, no sé como lo haces, pero consigues que te quiera de todas las maneras y en todas las formas posibles, aquí, o en la China filipina.

Pero la verdad, 
es que como mejor te sé querer, 
es en infinito, 
porque tú me has enseñado que lo indeterminado, 
no se puede superar. 

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martes, 3 de septiembre de 2019

Lolo y sus pestañas.

El mundo es un "todo empezó un miércoles de Julio", cuando una noche deja de ser una noche cualquiera. 
En el mundo siempre hay un antes y un después, pero para mí sólo existe ahora. Por eso, el mundo es cuando estoy triste y apareces, y te acurrucas a mi lado, esperando a que se pase la tristeza, sin importar el peso del silencio. El mundo es volver a casa contigo escuchando canciones del Betis y españoladas de infancia. Tus "real hasta la muerte oíste bebé". Tu forma de ser tan políticamente correcto, y tu manía de no atreverte a probar platos nuevos. Y bueno, permíteme que te lo diga, pero ahora el mundo también son tus palabras señoriales, tus ganas de "almorzar" para luego "tenderte" en el sofá y tu extraña manía de llamarme Margarita. Joder, y que aún así consigues que se me siga cayendo el mundo a los pies cada vez que te veo.
El mundo es que me prometas que hoy te fumarás tu último cigarro: Y sí, claro, el último, pero del día.  El mundo es tenerte en mi cama horas muertas, y jugar a dispararte y poder despertarte a besos -y cosquillas, aunque según tú, eso es hacer trampas-. El mundo son mis mentiras piadosas, porque eres muy cabezota y yo solo quiero cuidarte lo mejor que sé.
El mundo es el pensar que la felicidad es algo muy parecido a haber tenido la fortuna de encontrarte. Diría que hasta un golpe de suerte; pero yo no creo que en las casualidades.
Y os preguntaréis: ¿Y mi mundo?, ese es de quien quiera, a quien quiera, así que ahora es un poquito tuyo. Es tuyo porque te debo más de lo que me estás dando, porque me estás arreglando de tal forma, que parece que las cosas no vayan a volver a romperse. 
Para mi no existe un "luego", sólo "ahora". Ahora, como cuando te miro y ni siquiera me importa saber si llego tarde a algún lado, perder mil trenes o de vista a la próxima casualidad. Te miro y no me siento, parece como si hubiese salido de mi cuerpo, y me hubiese colado en tu mirada de la forma más fugitiva posible. Y entonces sonríes, como apurando el ultimo tiro antes de morder a tu presa. 

El amor se prende y consume en un instante, y durante muchos instantes consecutivos. El amor oxigena y se oxida. El amor es así de intenso, como si fuese la primera y última vez de algo precioso. 

Te debo lo que no hay ni juntando todas las cosas de este mundo tan mío y un tan poquito menos caos desde que estás tú en él. Te debo ese infinito agradecimiento, mi mayor deseo de que no te acabes, al menos, por un rato -y si es largo, mucho mejor-.

Que las cosas buenas empiezan por el principio y sin prisas; Porque tú me has enseñado que eso es cosa de delincuentes, y peor aún, de malos toreros. 

Y es que, todo se resume en una frase de Beret:
Hay tantos con quien estar,
pero no con quien ser. 

23.