Lo mejor de empezar una relación, es eso de sentirte esencial en la vida de la otra persona. Como cuando tienes el papel protagonista en una película, es decir, que sin ti no hay guión, ni historia, ni trayectoria. Es como ser el papel dentro de la botella de un náufrago. El mapa de un extranjero. Es esa sensación de poder llegar a ser el medio limón de la persona con la que compartes. De ser el azúcar a su café. O el motivo de su mueca al expresar facialmente un sentimiento de satisfacción.
Lo bueno de empezar una relación, es lo que lo prometido no es duda, ni deuda. Esa bonita forma de tropezar con todo hasta llegar hasta ti.
Pero sin duda, lo más jodido de las relaciones, es que avancen. Eso a la que yo llamo "efecto chicle". Lo que pasa cuando ya te han probado, y masticado, una y otra vez. Hasta que llega un punto, en el que pierdes el sabor, y la realidad te escupe en la cara.
Lo jodido de avanzar es que los detalles ya sean rutina. Que los "te quiero" queden devaluados. Que las promesas se queden estancadas.
Dicen que cuando haces algo que no sientes, al cabo del tiempo sientes que no lo has hecho.
Y aquí estoy, enganchada a la nada, a los bares, siempre pidiendo otra ronda por si algún día se te ocurre volver con algo de sed, y que encima resulte ser de mí.
Aunque lo cierto es,
que me tragué un invierno,
y de repente salió el sol y vestía tu voz.
Los miedos se me llenaron de flores,
Y ahora creo que la primavera bien.
Porque, aunque llueva,
sigue haciendo un día de puta madre,
y creo que tiene algo que ver,
con que yo al mal tiempo,
le ponga tu cara.