No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







sábado, 25 de mayo de 2013

Nocturne.

Otra primavera cargada de pétalos que amenazan con correr en sentido contrario a las agujas del reloj. Y nosotros, siempre llegando tarde. Nosotros, llegando sin llegar. Con trenes sin retraso, que nunca llegaron a salir de la estación. Y aquí, sentada, con mi equipaje de mano y un par de cigarros acompañados de melancolía, observo como el tiempo vuela, del mismo modo en el que lo hacen las cometas, eternas compañeras de la ingenuidad.
Me trago mis palabras, dejando espacio para las tuyas. Odio. Frenesí. Rencor. Pasión. Tanto, en tan poco espacio.
Nunca sabrás, porque nunca preguntaste, que el tabaco no me calma, simplemente es una escusa para destruirme por dentro, con la intención de que tú, acudas a mi rescate; que el aroma a flores recién cortadas me enloquece; que todas las noches sueño con tu presencia; que me gusta mirar a los desconocidos como si les conociera; que me gusta dar las buenas tardes con el carmín ya desgastado.
La misma historia se termina y repite constantemente. Los mismos que se amaron, se odian, y viceversa. Esperando a que corramos tras ellos. Tras los que se detestan y vuelven a quererse. Porque de eso va la vida, de un infinitesimal retorno. Y que castigo tan dulce, el de esperarte aquí sentada, por donde, según esta escrito, volverás a pasar arrastrando con todo.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Hablemos. Aunque sea a gritos.

Dicen que las palabras siempre terminan con un silencio, y que el silencio siempre sucumbirá con una palabra.
Pasan las horas, y dentro de media hora volverán a ser y media. Dentro de una, en punto y dentro de cuarenta y cinco, menos cuarto. Un monótona rutina que se ha convertido en un continuo ir y venir de probabilidades y estadísticas sin ningún tipo de materia potencialmente verídica. Puede que se trate de eso, de momento, no descartamos ni las opciones más viles.
¿Y sus ojos? Pura poesía. Versos y rimas sueltas, incoherentes y contradictorias. Casi tanto como él. ¿Y sus labios? Un par de olas en busca de un acantilado al que sucumbir. Sus manos, como frágiles mariposas en busca de un lugar donde refugiarse. Su nariz, con pecas que hablan por si solas. Y sus orejas, capaces de descifrar lo que el resto de los sentidos ocultan. Todo ello frente a un espejo, el mejor amigo de las vanidades y el deleite. Quien lo diría, yo a tu lado. Supongo que he entrado a formar parte de ese reflejo, de ese montón inconexo de cristales rotos. Ambas figuras, dos él, dos yo.
Y así es como comienza el invierno en nuestros corazones, como dos siluetas endebles que quedan distorsionadas tras una bola de cristal. Y una vez metidos en el silencio y el frío, que veas como yo veo, que escuches lo que yo escucho, que bailes como bailo sin quererlo. Que no hay mejor manera que esa de entenderse. Que no hay mejor forma que esa, para disimular el temblor.