No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







martes, 4 de febrero de 2014

Duele.

Llegabas tarde, como el valor que me faltaba para decirte que te quedaras. Tarde, como las casualidades o los metros que recorro contando las baldosas amarillas hasta llegar a casa. 
Olvidar es como evitar no ser feliz constantemente. Quiero decir, cómo vamos a dejar de recordar lo que hemos vivido. He ahí el dilema, que el pasado guarda las peores cicatrices, y los mejores momentos, y que es imposible no mirar hacia atrás sin arañarse y no sonreír en el intento.
La solución sería coger un presente y conjugarlo como perfecto. Atrapasueños, serían nuestros ojos para aquella persona que se quedase a dormir en nuestra mirada. Y lo he estado esperando más tiempo del que necesito para perder la noción del mismo. Una locura, pero empiezo a pensar que la salida más segura es perder la esperanza cuanto antes, y que venga lo que tenga que venir, con tal de que nadie vuelva a irse sin nosotros. 
El reloj que tan lento va matando los segundos, y el final que parece acercarse tan deprisa. Que contradicción. Como cuando descubrí que estabas más cuando te ibas. O cuando descubrí que la intención solo cuenta para excusarnos de las derrotas. Porque tú me dijiste un día que perder sigue siendo eso: no saber encontrarnos. No preguntes donde. O a quien.