No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







viernes, 14 de marzo de 2014

(Nos) rompemos.

La forma más bonita de hablar del amor es callándose. Como queriendo decir: "Nada de lo que diga, estará a la altura de lo que siento".
Yo recuerdo, recuerdo como si hubiese pasado. Pasado conjugando con sabor a presente. Y presente como un futuro perfecto.
Y que así corre la vida. Con esa prisa que tienen todas las cosas de alejarse, aunque nunca llegaran a rozarnos. Como esa incomprensión que crean las miradas tristes, que se pierden en un punto cuando nadie mira. Y buscamos respuestas. Nos gritamos los miedos. Rompimos las noches en las que soñamos. Y tuvimos pesadillas. Vagamos sin rumbo. Caminamos con la lentitud de esos pasos que pierden la esperanza cuando pierden la esperanza cuando saben que llegan tarde. Y de fondo, una tormenta, que parece lejana, cuanto más nos cala. Pero no lloramos. Nos rompemos. Recogemos los trozos. Nos arreglamos un poco las apariencias. Y es que nunca. Nunca. Nunca aprendimos a sobrevivir de otra forma que no fuese muriéndonos por estar toda la vida al lado de alguien. Y esa necesidad nos consume.
Se hace de noche y te juro que algunos días siento que no ha amanecido. Que ya no tengo ganas de dirigirme la palabra. Que ya no. Que ya no le busco una solución al silencio. Que se me olvida recordarme a veces. Que he malgastado todo el amor queriendo decirte cosas que escribí. Y no me quedan palabras. No me quedan fuerzas para sujetarme el desequilibrio. Y me caigo. Poco a poco. Lentamente.