No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







lunes, 29 de diciembre de 2014

Veintinueve de diciembre.

De repente, todo está patas arriba. Tu te has ido, allí, donde aún sigue siendo verano. Y yo, aquí, mientras el reloj va consumiendo las horas, pensando como reducir la realidad a un simple tachón en la pizarra. 
Está claro que cuando uno se va, el que se queda no consigue deshacerse de la ganas de volver. Como si para rescatar lo que se ha muerto no se necesitase más que mirar fijamente una fotografía y, luego, cerrar los ojos. De repente está todo patas arriba, y hay crisis, y hay guerras y esta mañana ni siquiera recordaba que ayer me prometí cambiar las cosas.

Pero, que no se me olvide cicatrizar. Ni el cómo era yo,  antes de ti. Porque también tengo una bala en la recamara, esperando a ser disparada.

Ya no recuerdo la última vez que estuve completa, ni siquiera sé si lo he estado. Siempre he sido la mitad de un algo que no es nada si no me dices que soy yo a quien has estado buscando todo este tiempo. Porque para estar perdida a veces no se necesita más que estar en un lugar donde las personas que hay no te necesitan. Y estoy aquí, perdida, y no me necesitan.
Pero, era lógico, sí. Ni siquiera te lo reprocho, sólo duele. Simplemente. Hasta en el sótano de lo horrible, donde pensé "esto es todo, el límite", había un piso más abajo. Y bajé, y allí tampoco estabas tú. Supongo, que entre cicatrices y vacíos, la posibilidad se olvidó de volver a juntarnos.

Llega otra noche de precipicios,
y esta, con nombre incluido.

Un veintinueve de diciembre.




viernes, 28 de noviembre de 2014

Lo tuyo, eso muy mío.

Me cogía de la mano tan fuerte, que allí, entre nuestros dedos enlazados, se creaba un espacio de gravedad distinto. Tú, y ese pronombre, el segundo del singular, el que de repente, no quise usar con ningún otro. Aceleran sístole y diástole. Y entre sábanas, clavículas, y otras esdrújulas, perdí el Norte, y cualquier otro punto cardinal que no llevara tatuado tu nombre.

Porque no se aprende a ser valiente, al correr por delante del miedo. Y entonces, marinero pronostica tormenta.

Pero el caso es, que cuando te conocí, entendí a aquello que dicen de que no sabían despejar esa ecuación cuya solución era, según la  teoría, acabar a un golpe métrico sobre tus labios. Que cuando me dices, eso de que "que bueno es sentirse querido, verdad?", se paralizan todos los relojes, y tú, te conviertes en la medida de mi tiempo.
A ti, mi acorde imposible: que llegaste a mi vida un mes de Mayo. Y seguramente mentiría, si ahora mismo dijera, que no me enamoré de ti, desde el primer segundo en que te tuve enfrente.
A ti, que no te quiero inmortalizar en unas cuantas palabras bonitas.
Y nunca entenderán mi necesidad de pellizcarte, solo para recordarme, que eres una realidad. Esta manía mía de no acostumbrarme a verte inmiscuido en mi mundo, que lo transforma todo, en la rima más perfecta, que jamás he escuchado.
Y no me importan los continentes, si tú, eres el contenido. Deberíais ver su espalda, es sin duda el mejor cuento para dormir que conozco.

Una vez, me hablaron de la complejidad de los abrazos, de lo difícil que resultaba que dos personas encajasen perfectamente en uno de ellos. Y no se muy bien como explicar esta parte, pero los puzles nos miran desde la mesa, embobados.
Porque superas a cada segundo, las perspectivas que tenía de ti.


Y todo ello,
para darme cuenta,
de que no existe mejor futuro,
que el de conjugarte en mi presente.








miércoles, 12 de noviembre de 2014

Porfavor, perdóname.

No supe quererte mejor que otra. Hacía frío, y mis manos no supieron traerte el verano de vuelta. Te quise, y es cierto. Pero sobre eso, mis palabras no supieron hablarte. Un tú, y un yo, tan perdidos. Te quise también, un poco a oscuras, como persiguiéndote de cerca sin llegar a tocarte. Te quise como alguien a quien el miedo le ha dibujado la distancia sobre su pecho.
Y ojalá fuese distinto. Ojalá hoy y mañana, ojalá ayer y para siempre, tú te hubieses dado la vuelta, me hubieses esperado, hubieses decidido aprenderte definitivamente a alguien, y ese alguien, hubiese sido yo.
Pero hacía frío, y caminabas pensando en cómo querer sin hacerte daño, mientras yo ignoraba como decir tú nombre en voz alta. Te he querido tan en silencio, que si le pongo voz a lo que siento, parece que hablo en un idioma que ya nadie entiende.
Y ya ni siquiera puedo llorar, parece que hay un invierno que me ha congelado el interior, y afuera soy sólo piedra: una expresión póstuma. Una mueca de auxilio, unas ojeras, una mirada hacia un sitio de donde nada regresa. Siento estar lejísimos de cualquier lugar.
Ya nadie ama como atreviéndose a desnudar a alguien por completo. Apagan la luz, se acuestan juntos, se tocan con la necesidad, pero no con el sentimiento.

No se me ocurre un final alternativo,

para una historia,

que nunca ha empezado,

y duele.

Claro que duele.

           Te quiero. Y siento haberme olvidado. Me cuidas desde arriba. Yo te recuerdo desde aquí.

viernes, 17 de octubre de 2014

Desnudando margaritas.

Es de noche. Y este vivir me sigue sabiendo a sal. Ya no sabemos como sobrevivir(nos).
No sé, porque la noche, siempre tiene algún sueño que ofrecer. Me acaricia con sus promesas de "aunque venga el sol, yo nunca acabaré". Y siempre termina por acabar, cuando el sol me obliga a volver a la vida.
Prefiero vivir a la deriva. Que no necesito que me salven. Que estoy acostumbrada a la caída. Que prefiero mil doscientos acantilados, antes que un terreno llano, donde ya no sentir adrenalina. No sabes lo que es vivir de errores, ser siempre la que cierra las peores historias de naufragio.

"A ver si me voy a hacer muchas ilusiones, y no me van a caber en la realidad" me repetí hasta que asumí que era una cuestión de fe, no creerlo.

Tenemos muchos cómos, y ningún porqué. Y acabé llorando mares de dudas.
He hablado de mérito, de justicia. Y así, asumo que desde que soy, solo espero. Pero espero no esperar más de lo que asumo, que ya es bastante. Es como ir sin sentido hacia un precipicio, que se te había prometido como cielo.

¿Cómo te consigo abarcar en unos versos?. Me duele la garganta, y es, de gritar tu nombre. Tú, como mi verso octavo, de un poema 20 de Neruda. Y no te puedes imaginar lo bonitas que quedan las palabras, cuando están impresas en tus labios. Entender el amor como un paralelismo a tu boca. Y tus ojos, como el símil de una naturaleza hipnótica.
¿Y no es acaso el amor una palabra tonta para hablar de algo inabarcable?.

Lo cierto es, que no importa lo mucho que duela, si aquello que duele es algo por lo que morirías. "El dolor no será jamás tan definitivo como la muerte", piensas. Le escribo, le pienso, le sueño y por si acaso un día no está, me aprendo de memoria hasta su calor.

Y me sigue matando lentamente,
pero,
qué importa.
La vida también nos mata,
y es preciosa.

lunes, 6 de octubre de 2014

De fondo, alguien me oía gritar.

Las palabras se vacían y mis ojos se llegan de lágrimas. Escribir siempre ha sido una excusa. Siempre ha sido mi oxígeno. Siempre ha sido un estilo de vida. Siempre ha sido mi vida.
Y ahora, que te has ido. Que el vacío me agarra con más fuerza que nunca. No hay justificante para mi falta de emoción. Para la ausencia de ganas.

Ahora, que te has ido sin despedirte. Que jodida es la verdad. No hay nada eterno, no hay magia, ni chispas, ni hechizos. No hay razones para seguir viviendo, más las que uno se inventa. Hay pecados. Hay falsedades dibujadas en medias sonrisas de rostros tristes. Trenes que se van vacíos hacia el lugar donde amaste la vida. La pésima vida que nos ha tocado. La vida que sin mas razón deja de ser vida. Un paraíso inventado. Un beso nunca dado. Una ilusión nunca completada. Ya no sé si tenemos que dar las gracias al ser todo poderoso o intentar ser esclavos de nuestra existencia. Estamos solos.

A veces las oportunidades no llegan. O las vas a buscar tú, o te quedas sin ellas. Andamos sin más motivo que el de la incertidumbre de los días convirtiéndose en segundos ya pasados.
Todo se cae a pedazos, y el mundo ni siquiera tiene la decencia de detenerse y esperar a que recoja los trozos.

Y así, pasaron las horas.
Ultimo cigarro a tu salud.
Prometo escribirte.

Te querré, también en presente.

                                              https://www.youtube.com/watch?v=QB0ordd2nOI










domingo, 28 de septiembre de 2014

Empieza por G.

No por amor. Nadie escribe de esas veces en la que haces lo correcto, y te sientes como un gilipollas. Nadie escribió sobre Neruda, cuando se secaron los cerezos.  ¿Porque no se habla de aquellos que se esconden en un verso?.

Y entonces, llegó el. Como el prólogo que se anticipa a un perfecto desastre, y así, la historia, se convierte en un completo anonimato al descubierto. Adjetivos con destinatario, superlativos con dueño, estrofas con propietario.
Caídas libres que te hacen palpitar, tan, tan rápido, que pierdes el sentido del tiempo, y el aliento por sus palabras. Y la razón te pide que frenes, que vas a caer en picado. ¿Quién te hizo pensar que podrías ordenar este caos de cabeza y corazón? ¿Qué te hizo creer que podrías reemplazar un papel en blanco, por un golpe de azar tan acertado?. Una pieza de puzzle capaz de encajar a la jodida perfección.

Pasé horas mendigando a las letras. "Si tengo que escribir, lo haré sobre aquellos que tienen más corazón que pecho. Si tengo que escribir, lo haré de la sonrisa que se me escapa al verte", me repetía, una y otra vez.
Y así es. Que no quiero guerras, con quien no quiere reconciliaciones. Ni sonrisas que no tienen una boca que las aprecie.

Y tú, que pensabas que vanidad era lo que se escondía bajo los pliegues de mi falda. "Estaba loca, loca de remate". Estaba rota, tanto como un trapo. Y era dura, dura de roer. Y su único defecto, era él.
Que ironía más tonta. Que ilusión más cierta.

"Sospecho, que venía de otro mundo, por eso de que nadie había logrado entenderla nunca".

Eres inexplicable, como todo lo que nos hace felices.
Solían decir, que los finales felices son solo para aquellas personas tan tristes, que son incapaces de disfrutar de la historia. Porque lo importante, es el camino, claro. Las vistas, el cielo azul, las nubes, y el olor de la calle, después de una tormenta. Tu risa, tus ojos, tus manos, sucumbir al abismo mientras coges mi mano, o simplemente, luchar contra la gravedad en un beso.

Que te quiero,

Y eso, eso mismo es acerca de lo que nadie escribe,

porque sueño, no estoy loca.



domingo, 21 de septiembre de 2014

Otoño. Y te escribo.

Escribiré sobre tu cabeza enloquecida buscando cordura en locuras con nombre y apellidos. El jugueteo incansable de niño que llevas en tus pestañas. De tu mirada de adulto, acompañada de esa sonrisa de soldado.

Malditos domingos. Y más de otoño. Otra vez en el mismo lugar, con un diablo bien insatisfecho.

Decían que nuestra vida no tenía nada que envidiar a ese falso guión. Para mí, era realidad lo que algunos denominaban utopía. Y así fue, como descubrimos que los mejores sueños se tienen despiertos. Pero como no, la vida ha venido a pedir cuentas. Y he aprendido que hay errores con nombre y apellidos. Que a veces valoramos más, lo que no hacemos. Y que nos mintieron cuando dijeron que soñar era gratis. Porque levantarse tras una caída no es un deber, sino una necesidad.

Y he creído mirar a cientos de ojos ajenos, queriendo estar mirándote a ti. Porque me matas cada vez que creo haberte encontrado, convirtiéndote en el humo de cualquier cigarrillo.
A menudo se nos olvida, que el vértigo, no se siente solo cuando miras hacia abajo. Yo, que siempre fui de perder el equilibrio, hasta que encontré en tus ojos dos razones por las que no caer. Y entonces comprendí, que todas las costas guardan un secreto. Como siempre, y hasta nunca.



Por ahí lo llaman amor, pero yo le he puesto otro nombre. El tuyo.



martes, 26 de agosto de 2014

No hay historia sin un prólogo. Ni verso sin ti.

Perdóname, ya sabes que soy una chica de metáforas. Eufemismos disfrazados en los versos que susurran tu nombre entre tanto ruido. ¿Y qué si vivimos entre ilusiones que se ahogan en el tiempo?.  Será por fisonomía, pero estas vendido si se clava en el lado derecho del pecho la flecha de cupido, y duele.
Llámame ilusa, idealista y mentirosa, por venderte una locura así. Ser musa y verso, como escritor al papel o cobarde a vértigo.
Nadie te enseña el arma del delito, ni a romper el mito de las mariposas en tu estómago. Nadie te advierte de los efectos secundarios, ni del peso de la rutina sobre tus hombros. Aprendes a esconder el hacha de guerra en tu estómago, para que no sea él el herido. Explotas tu pecho en un folio, como si pidieras revancha a la vida. Escribes tu propia versión de la historia, y te das cuenta de que no hubo victoria. Ni vencidos. Solo dos corazones vendidos al mejor postor.
Te preguntas porqué la poesía, en lugar de reconstruirnos, nos convierte en las ruinas de la métrica. Y porqué, tú ya no me sacas a bailar, en las ruinas de nuestro desastre.
Pero es que llega un momento en el que te cansas de ver pasar trenes, una, y otra vez. Y quieres que, de una vez por todas, te esperen a ti, y te digan "personas como tú solo pasan una vez en la vida. Y yo. Yo no voy a perderte".


lunes, 28 de julio de 2014

Adictos al vicio que les hace vivir en versos.

Querer cantarme al oído que ya no soy tu mayor vicio, ni tu mejor caída. Querer retratarte en un verso, una noche de verano. Un sensato pidiéndome que pierda la cabeza. Suena el tacto de tus manos haciendo de mi piel tu pista de aterrizaje; y se me olvida todo con tu chantaje de boca.
Alguien me dijo que los amores de verano, son los mejores errores. Y que el tiempo todo lo cura. Pero con esa locura de labios, ¿Cómo quieres que me centre?.
¿Sabes? Al final, entre copa y copa, se nos acabará el verano, y llegará Septiembre con su liderazgo. El verano nos trajo la locura, y el invierno nos traerá la cura, o eso he oído.
Tú, tú eres el que mejor sabe que siempre habrá miedos de más, y besos de menos. Siempre habrá veranos de sobra e inviernos en falta. Noches, en las que alguna loca te convierta en cuerdo. Muerdo el polvo si es por ti. Pero no te olvides de la historia de dos personajes que se enamoraron, y trataron de poner su mundo en pie, poniendo sentido al desastre, en una noche de verano.



domingo, 20 de julio de 2014

Teclas y soledad, el vals perfecto una noche de Domingo.

Y entonces  tu mundo se desmorona. Los silencios callando a gritos. Y las palabras al son de la música. Que astuto el engaño y que brillante la oscuridad. Solían decir que las metáforas escondían detrás un par de versos rotos. Corazones inquietos. Pasados no enterrados. Todo podía ocurrir, pero no ocurrió.

Yo te quiero, pero no te lo digo, porque diciéndotelo, sólo voy a contar un miedo en voz alta.
"Estar o no estar contigo es
la medida de mi tiempo"- decía Jorge Luis Borges.
Y lo cierto, es que los segundos me consumen más deprisa que un cigarro entre tus labios. Es como tener un huracán en el pecho. Querer huir, pero no saber hacia donde. Mantenerte inmóvil, sin apenas sentido de la orientación. Y no poder llamarte, porque la resaca responde a tu voz. ¿Cómo medir la felicidad entre tu ausencia y el amanecer todos los días?. Ahora mismo no sé qué tiempo verbal usar a la hora de quererte. Pero es que la gente no entiende que dejé pasar las oportunidades como trenes en lo que no te sientas a mi lado. Yo tampoco lo entiendo.
Susurro tu nombre cuando no hay nadie, como si intentase reducir la distancia entre nosotros. Te diré una cosa: la distancia más grande entre dos personas, siempre es el miedo de una de ellas. Y yo, tuve miedo. Y el miedo es como una estrella, ya me entiendes, su "luz" aparece una vez muerta la ilusión. La ilusión por quererte, como te quise por aquel entonces. La ilusión por un pasado en forma de futuro, contenido en una bola de cristal. Engañar al destino, embaucando a las casualidades. Y huir de este abismo que se nos viene encima, usando el pretérito como un trampolín.
Tu ya me entiendes, es Domingo.
Buenas noches, ausencia.










martes, 3 de junio de 2014

No es dónde, sino cómo. Quién.

¿Cuándo fue la ultima vez que te apasionaste por algo, que te desviviste por ello porque la emoción te consumía?.
Supongamos que existe un quién, y un porqué para poner medida a la sensatez, cada vez que tú estás en un dónde y en un cómo que desconozco. Y comprendí, que hay personas que brillas sin ser estrellas. Y silencios que separan sin ser kilómetros.

Y ella, que buscaba un sentido con nombre y apellidos. Un sentido, que la abrazase por las noches y que no huyera al ver sus cicatrices. Comprendió que enamorarse era tan necesario como respirar. Y que, igual que moría si no respiraba, también lo hacía, pero de distinta forma, si no amaba. Y todo, porque estaba acostumbrada a que las personas, se maquillasen los sentimientos. "Porque si vamos a morir, muramos por alguien que sepa llorarnos", solía pensar.
Que la vida, es tan corta, que no merece perder el tiempo esperando trenes que ya han pasado.
Por que ella, desde que no es ella, es eso, cerrar los ojos. Y no hay entonces visión más clara, ni sentimiento más exacto. Y no hay entonces ni culpables ni crímenes, ni un lugar donde añorar bostezos. Donde las promesas, son promesas, y no condenas.
Decidió cerrar los ojos y pensar que algún día se encontrarían, o se dejarían de buscar. Algún día ,un abrazo haría que no volviera a llegar tarde a ninguna parte. O alguien besaría esas necesidades de las que no hablaba por miedo a que se hiciesen más fuertes. "
A lo mejor escapar no conlleva necesariamente huir, sino que alguien decida quedarse con nosotros", entre suspiros.

 



"Parece que los martes también pueden ser abismos, donde caer es tan fácil como dejar de querer levantarse. Y, eso, te juro que recorrería cualquier distancia sólo para demostrarte que no nos hace olvidar."

domingo, 1 de junio de 2014

PAIN DEMANDS TO BE FELT.

Me regalaste un corazón roto. Creaste amor incomprendido. Escogiste cara en lugar de cruz. Si el amar es algo infinito, tampoco deja de serlo el dolor. La tarifa de aquel cabrón que te deja en bancarrota el corazón después de tantos susurros, detrás de tantas sonrisas fingidas. Hay tantas cosas que me callo, tanto dolor aquí adentro, que a veces, sueño con salir de esta puta encerrona, y recriminártelo. Contar cada una de las lágrimas al revés, de izquierda a derecha, perdiendo el Norte y el sentido del horizonte. Echarte en cara todas estas noches en vela, recordarte el remordimiento y la angustia de ser una marioneta, reprendiéndome a mi misma el no haber tenido más cuidado.
Y creo cosas maravillosas a partir de una sonrisa que te vi lanzarle a otra, como imaginándome siendo aquella que a lo mejor olvidó a qué sabían tus resacas.
La soledad no sería un problema si no les hubiese enseñado a mis canciones favoritas a recordarte. Pero qué coño puedo hacer, la vida me parece una cama demasiado grande para que la caliente únicamente un cuerpo. Ya me pesan los días y las horas me conducen al más dulce de los delirios.
 
"Ten cuidado con tu tristeza, que yo siempre me enamoro de aquellos que no sonríen".
 Me trago el humo como aquel que besa en una despedida, queriendo no marcar el lugar del asesinato.  Pero es que es tan difícil saber lo que quieres, y tan ridículamente fácil encontrar a alguien con quien desear hacerlo, que tengo la sensación de que lo he estado haciendo mal todo este tiempo. Llámame suicida, porque arriesgué antes de tiempo, y ahora estoy aquí, entre las sábanas manchadas de impotencia, bebiendo vino en una copa de promesas rotas, contando palabras y midiendo silencios.
Y que contradictorio se vuelve todo en una noche, cariño.
 
 

viernes, 14 de marzo de 2014

(Nos) rompemos.

La forma más bonita de hablar del amor es callándose. Como queriendo decir: "Nada de lo que diga, estará a la altura de lo que siento".
Yo recuerdo, recuerdo como si hubiese pasado. Pasado conjugando con sabor a presente. Y presente como un futuro perfecto.
Y que así corre la vida. Con esa prisa que tienen todas las cosas de alejarse, aunque nunca llegaran a rozarnos. Como esa incomprensión que crean las miradas tristes, que se pierden en un punto cuando nadie mira. Y buscamos respuestas. Nos gritamos los miedos. Rompimos las noches en las que soñamos. Y tuvimos pesadillas. Vagamos sin rumbo. Caminamos con la lentitud de esos pasos que pierden la esperanza cuando pierden la esperanza cuando saben que llegan tarde. Y de fondo, una tormenta, que parece lejana, cuanto más nos cala. Pero no lloramos. Nos rompemos. Recogemos los trozos. Nos arreglamos un poco las apariencias. Y es que nunca. Nunca. Nunca aprendimos a sobrevivir de otra forma que no fuese muriéndonos por estar toda la vida al lado de alguien. Y esa necesidad nos consume.
Se hace de noche y te juro que algunos días siento que no ha amanecido. Que ya no tengo ganas de dirigirme la palabra. Que ya no. Que ya no le busco una solución al silencio. Que se me olvida recordarme a veces. Que he malgastado todo el amor queriendo decirte cosas que escribí. Y no me quedan palabras. No me quedan fuerzas para sujetarme el desequilibrio. Y me caigo. Poco a poco. Lentamente.


martes, 4 de febrero de 2014

Duele.

Llegabas tarde, como el valor que me faltaba para decirte que te quedaras. Tarde, como las casualidades o los metros que recorro contando las baldosas amarillas hasta llegar a casa. 
Olvidar es como evitar no ser feliz constantemente. Quiero decir, cómo vamos a dejar de recordar lo que hemos vivido. He ahí el dilema, que el pasado guarda las peores cicatrices, y los mejores momentos, y que es imposible no mirar hacia atrás sin arañarse y no sonreír en el intento.
La solución sería coger un presente y conjugarlo como perfecto. Atrapasueños, serían nuestros ojos para aquella persona que se quedase a dormir en nuestra mirada. Y lo he estado esperando más tiempo del que necesito para perder la noción del mismo. Una locura, pero empiezo a pensar que la salida más segura es perder la esperanza cuanto antes, y que venga lo que tenga que venir, con tal de que nadie vuelva a irse sin nosotros. 
El reloj que tan lento va matando los segundos, y el final que parece acercarse tan deprisa. Que contradicción. Como cuando descubrí que estabas más cuando te ibas. O cuando descubrí que la intención solo cuenta para excusarnos de las derrotas. Porque tú me dijiste un día que perder sigue siendo eso: no saber encontrarnos. No preguntes donde. O a quien.


domingo, 26 de enero de 2014

Eres mi asignatura pendiente.

Nunca supe quedarme. Y mientras yo me enamoraba de ti, con esa ceguera digna de rescate, de ver sólo aquello que te conviene, tú te balanceabas en busca de la salida de emergencia más cercana. Nunca supe quedarme. Ni supe ser rescatada. Porque, intentando mirar hacia atrás, lo único que contemplo es un vacío bajo la suela de mis zapatos. Siempre preparada una sonrisa para llorar sin que nada ni nadie se diese cuenta, como la norma más esencial del Génesis.
Priorizando desesperaciones y baños de amargura. Una copa de soledad, por cada dos intentos. Aprendiendo como acertar a perder. Convirtiéndome en invierno cada primavera. 
Y sólo quería esto, joder: despertar y saber que hay alguien que te necesita. Ya he aprendido que tener la necesidad de algo no quiere decir que vaya a satisfacerse, porque la vida es así. Y si te digo lo mucho que te quiero, tú solo vas a imaginártelo, pero no a sentirlo. Creo haber encontrado un universo en esto, y cuando me asomo a mirarlo, me entra el vértigo porque no puedo controlarlo.
Es como coger a alguien de la mano, y notar que su mano es también la tuya, y mirar a unos ojos que te miran y también son los tuyos. Conocer una boca y sus esquinas, y cada centímetro de un cuerpo desnudo sobre una cama. Qué bonito paisaje. Y cuando no puedes dormir, mirar dormir a la persona que está a tu lado, es otra forma de soñar.
Y sólo quería decirte todo esto. Extralimitarme por una vez. Hay demasiada presión. Un nudo en el estómago compuesto por esas cosas sobre las que me da miedo hablar. Y ahora estoy mucho mejor, te lo juro. Pero aún, tengo ganas de besarte.