No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







domingo, 31 de diciembre de 2017

mi dosmildiecisiete.

Miro atrás con nostalgia y vértigo. Otro año que se va. Vigésimo segundo en una escala de Richter, con terremoto incluido. 

A veces pienso que medimos el tiempo porque nos angustia su paso. Y ahora, que el contador está a punto de frenar, es cuando entiendes: que el pasado marca, pero no sentencia. 
Este año, me he dado cuenta de que no se trata de quien decide quedarse, sino de quien nunca se plantea irse. Incluso he llegado a experimentar el no querer marcharme de un lugar, pero tampoco, tener motivos suficientes como para querer quedarme. He entendido que no se trata de distancias, sino de demostrar que estás, aunque sea lejos. 
He acabado aprendiendo que el problema no es lo que te pasa, sino lo que estás perdiendo. Que tendemos a morir de sed mientras nos ahogamos. Y es que joder, este año ha sido una terapia de choque, de ver el precipito siempre desde el borde, donde el vértigo me pedía que saltara desde a cornisa, porque, a veces, la mejor forma de arreglarse a uno mismo, es dejándose llevar. 

También he comprobado que para perder, no siempre hace falta arriesgar. 
Y que para dejar huella, no siempre hace falta pisar. 

Aunque también he visto hacerse de noche cada vez que parpadeabas. Y ahora quizás, nuestro particular incendio, esté extinguido. 
La ansiedad escribió un "demasiado" delante de cada "tarde". Ahora todo son pétalos impares. 
Sin embargo, le doy las gracias aun así, por hacerme creer que por un momento, que esta vez, sí.

No sé si este año ha sido de metamorfosis, o pura supervivencia. Cosas de alma de nómada que encuentra hogar en corazones tormenta. Tormento que se convierte en baile. Y versos en braille escritos en miradas. 

Pero de algo sí estoy segura, y es que este año he sido capaz de demostrar con mis pies, lo mucho que he andado. Y he asumido, que lo que veo y repudio, forma más parte de mi, de lo que doy por hecho. 
Y que esta, es mi particular forma, de enseñar a volar. 

Mi dosmildiecisiete es de todos aquellos que me han visto romperme, y han decidido quedarse. 

De los que han sido capaces de dibujar en cada imposible, una puerta.
Y repito, el pasado marca, pero no sentencia.



jueves, 15 de junio de 2017

El amor es dolor.

Qué porque no te quiero en mi vida.
Parece raro eso de no habérmelo preguntado hasta estas alturas de la película, ¿no crees?. Supongo que es porque nunca te has cansado de provocarme ojeras. Y es que me cuesta reconocer que ya no sé reconocerte. Yo nunca quise que acabaras conmigo.
Porque conviertes en grises los días claros. Porque usas la mentira como coraza, y arma. Porque haces de los recuerdos ceniza. Porque las madrugadas que contigo se me hacían tarde, ahora solo se me hacen temprano. Porque hay errores que son aciertos, pero empiezo a pensar, que tú fuiste mi peor acierto por equivocación. Porque sabes hacerme daño, y eso duele. Porque se pilla antes a un interesado que a un cojo, pero ya sabes, que lo mío nunca fue el deporte. Porque he aprendido a valorarme, a darme tiempo. Porque has sabido simular querer hacerme feliz. Porque has jugado conmigo una y mil veces. Porque juegas con un as bajo la manga.Porque has aprovechado cada buena intención que salía de mí, para pensar un poco más en ti. Porque eres tremendamente egoísta. Porque al conocerme de más, has hecho que me quiera un poco menos. Porque las noches son más oscuras cuando apareces. Porque te has alimentado de mi inseguridad. Porque hasta hace un par de horas no tenía en mente esto. Porque apuestas a caballo ganador, pero conmigo no has acertado. Porque el problema está en sentir, cuando ya no sientes nada.
Que te quise, que te convertiste en mi única prioridad por mucho tiempo, que fui capaz de renunciar a un mundo sin ti, a cambio de un mundo contigo. Que eras mi sonrisa diaria, y mis noches en vela. Que no había epicentro más cierto que uno entre tus brazos.
Pero te llevaste todo por delante.
Ni si quiera sé si quieres recuperarme, arreglarme o recoger los trozos que dejaste a tu paso. No entiendo tú juego ni tus ganas de seguir jugando.
Para que mentir, todavía dueles, todavía te quiero, pero todavía sigo deseando que te vayas, porque el amor no es amor si está constantemente doliendo.

He aprendido que muchas veces no es problema de distancias, sino de futuros, de no saber encajar con alguien. Y es que si dos se quieren, por muy lejos que estén, se van a encontrar. Y cariño, contigo fue más un problema de estadísticas,
de querer creer,
que me querías,
cuando lo único que conseguías
era hacerme un poquito más vulnerable.
Y te odio, 
por haber sido la única persona ,
a la que alguna vez he querido.