No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







domingo, 28 de septiembre de 2014

Empieza por G.

No por amor. Nadie escribe de esas veces en la que haces lo correcto, y te sientes como un gilipollas. Nadie escribió sobre Neruda, cuando se secaron los cerezos.  ¿Porque no se habla de aquellos que se esconden en un verso?.

Y entonces, llegó el. Como el prólogo que se anticipa a un perfecto desastre, y así, la historia, se convierte en un completo anonimato al descubierto. Adjetivos con destinatario, superlativos con dueño, estrofas con propietario.
Caídas libres que te hacen palpitar, tan, tan rápido, que pierdes el sentido del tiempo, y el aliento por sus palabras. Y la razón te pide que frenes, que vas a caer en picado. ¿Quién te hizo pensar que podrías ordenar este caos de cabeza y corazón? ¿Qué te hizo creer que podrías reemplazar un papel en blanco, por un golpe de azar tan acertado?. Una pieza de puzzle capaz de encajar a la jodida perfección.

Pasé horas mendigando a las letras. "Si tengo que escribir, lo haré sobre aquellos que tienen más corazón que pecho. Si tengo que escribir, lo haré de la sonrisa que se me escapa al verte", me repetía, una y otra vez.
Y así es. Que no quiero guerras, con quien no quiere reconciliaciones. Ni sonrisas que no tienen una boca que las aprecie.

Y tú, que pensabas que vanidad era lo que se escondía bajo los pliegues de mi falda. "Estaba loca, loca de remate". Estaba rota, tanto como un trapo. Y era dura, dura de roer. Y su único defecto, era él.
Que ironía más tonta. Que ilusión más cierta.

"Sospecho, que venía de otro mundo, por eso de que nadie había logrado entenderla nunca".

Eres inexplicable, como todo lo que nos hace felices.
Solían decir, que los finales felices son solo para aquellas personas tan tristes, que son incapaces de disfrutar de la historia. Porque lo importante, es el camino, claro. Las vistas, el cielo azul, las nubes, y el olor de la calle, después de una tormenta. Tu risa, tus ojos, tus manos, sucumbir al abismo mientras coges mi mano, o simplemente, luchar contra la gravedad en un beso.

Que te quiero,

Y eso, eso mismo es acerca de lo que nadie escribe,

porque sueño, no estoy loca.



domingo, 21 de septiembre de 2014

Otoño. Y te escribo.

Escribiré sobre tu cabeza enloquecida buscando cordura en locuras con nombre y apellidos. El jugueteo incansable de niño que llevas en tus pestañas. De tu mirada de adulto, acompañada de esa sonrisa de soldado.

Malditos domingos. Y más de otoño. Otra vez en el mismo lugar, con un diablo bien insatisfecho.

Decían que nuestra vida no tenía nada que envidiar a ese falso guión. Para mí, era realidad lo que algunos denominaban utopía. Y así fue, como descubrimos que los mejores sueños se tienen despiertos. Pero como no, la vida ha venido a pedir cuentas. Y he aprendido que hay errores con nombre y apellidos. Que a veces valoramos más, lo que no hacemos. Y que nos mintieron cuando dijeron que soñar era gratis. Porque levantarse tras una caída no es un deber, sino una necesidad.

Y he creído mirar a cientos de ojos ajenos, queriendo estar mirándote a ti. Porque me matas cada vez que creo haberte encontrado, convirtiéndote en el humo de cualquier cigarrillo.
A menudo se nos olvida, que el vértigo, no se siente solo cuando miras hacia abajo. Yo, que siempre fui de perder el equilibrio, hasta que encontré en tus ojos dos razones por las que no caer. Y entonces comprendí, que todas las costas guardan un secreto. Como siempre, y hasta nunca.



Por ahí lo llaman amor, pero yo le he puesto otro nombre. El tuyo.