Por esto mismo, me gustaría confesarte que me has regalo los mejores días de mi vida. Y que sí, que me has ganado, que te lo seguiré repitiendo una y mil veces mientras me queden fuerzas, y es que: "pierdo el sentido cada vez que me miras".
De una cosa estoy segura, y es que este 2020 yo quiero seguir escuchando tus refranes, leyendo tus mensajes amorosos a las cuatro de la mañana y comiéndote a besos cada vez que te despistas. No quiero que las cosas cambien, porque estoy muy cómoda en ese sofá de condesa que te he robado, y porque adoro que me chinches cuando "voy a planchar la oreja", como dices tú. Que yo quiero seguir empapelándote la casa de post-it en forma de corazón, y mandándote berberechos, aunque no pueda contenerme las ganas de contártelo y al final, nunca no sean una sorpresa. Quiero un 2020 viendo pelis con finales que ni tú ni yo entendemos, con maratones de Pingu y videos de Beret en Youtube -y como no, del Betis-.
Quiero un 2020 en el que siga quejándome porque me haces lapa, donde "al próximo día" ya tengas ganas de verme, y en el que te dé el gusto de ganarme a Triviados. Otro año más en el que sigas buscando cualquier excusa para tomarte una "cervecita", porque claro, cualquier excusa es buena para eso; y en el que me sigas animando cada vez que me dan bajones al teléfono, haciendo que los kilómetros pesen cada vez menos; y en el que te sigas ilusionando por cualquiera de mis tonterías.
En serio, que si me dejas, yo te agarro bien fuerte la mano y nos vamos a donde sea, me da igual, pero contigo; que te pienso levantar si te caes y te empujo si hace falta, pero yo de aquí no pienso moverme.
Y es que, no sé como lo haces, pero consigues que te quiera de todas las maneras y en todas las formas posibles, aquí, o en la China filipina.
Pero la verdad,
es que como mejor te sé querer,
es en infinito,
porque tú me has enseñado que lo indeterminado,
no se puede superar.

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