No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







domingo, 22 de noviembre de 2015

Ella era la rosa, y también quien la cortó.

He aprendido que algunas veces tienen que romperte, para encontrar qué tenías dentro. Que es mejor dejar solo a quien necesita estar un tiempo consigo mismo. Que hay un punto en el que las heridas no destrozan, solo escuecen. Que cualquiera se pudre esperando de nuevo un "nosotros". Que los corazones también son de dinamita, y explotan. Que el error fue buscarnos en unos ojos que no nos miraban. Que a veces, corremos sin mirar por dónde vamos, y al final, acabamos en el mismo sitio del que huíamos. Que quien quiso ser abrazo, termino convirtiéndose en cuchillo. Que de ningún laberinto se sale, con llave ajena. Y que las mejores respuestas, te las da el tiempo.

A ratos, me pregunto si realmente estoy mejor, o tan solo, me he acostumbrado. Porque, con cuantas personas he estado, pero, con que pocas, he sido. Como Enero y Diciembre, tan cerca, pero a la vez tan lejos. Siempre he creído que yo no valgo para querer, porque luego, no se dejar de hacerlo. Hay que tener mucho cuidado con depender de aquellas manos, que no tardan mucho en soltarte. Porque ahora, es cuando el frío empieza a calar, y las resacas empiezan a doler. Madrid me ha visto llorarte a los ojos, y no dejó que me ahogara. Y ahora, me ha regalado la ilusión de creer que en el amor, a veces arriesgamos, y también ganamos. Porque, al fin, he comprendido eso de que al final, lo importante no es quien se acerca, sino quien te salva. Y esta vez, mi salvavidas, puede que lleve facturado un nombre distinto del tuyo.

No hay nada más eterno que el recuerdo. Porque todo se reduce en pensar en quien te iría a buscar, si te perdieras. Y ojalá me recuerdes como si tuvieses miedo a olvidarme. Lo que duele de que alguien no esté, no es que falte, sino que no te llame para recordarte que te echa de menos.

Los últimos besos, nunca saben como el primero.
Has llegado a ese momento en el que es la página la que termina pasándote a ti. Porque, fuiste el libro que cualquiera querría escribir, y yo tuve la suerte de leer.
Porque, todo lo que viene pisándote los pies, un día se va pisándote la vida.
Y presiento que nos dolerá cuando ese alguien no nos reconozca en un cruce de miradas, e intente apartar la vista de los ojos que lo vieron, en sus peores caídas.

Porque puede que mi,
"para siempre",
se antojara demasiado pronto,
contigo.

"Ella era la rosa, y también quien la cortó".



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