Aún así, temo no terminar este mensaje. Creí conocer a mi contrincante, pero a lo que me enfrentaba superaba los límites del abecedario, de los versos de Shakespeare durante la madrugada, de las cartas que aún continúan estancadas en el mueble de mi habitación.
Las palabras entendidas como un espectáculo para los ignorantes. Todo tan poético, hacer poesía de aquello que me llenaba a diario. Es absurdo. Lo incoherente de la inocencia. Nuestro propio fin del mundo. Lo enterramos. Lo olvidamos.
Maldita estúpida, ¿Volverás?. Que pesadilla tan indescriptible. No quedan palabras suficientes para borrar de mi mente el presente que ahora es pasado. Remuevo las reliquias y cajas de música con el fin último de ahogar mi miseria en ellos. Pero nada. Todo parece tan vacío, tan sereno.
Sucumbir al drama, a la promesa, a la promesa de esperarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario