No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







martes, 5 de marzo de 2013

Y fué el mayor de los diluvios.

Ahora, que ya no estás. Ahora, cuando finalmente has decidido huir, te llamo sin llamarte. Palabras más lentas que tus pasos encerrados en el sendero del regreso. Esas pisadas que ralentizan el continuo fluyo de mis palabras. Solo puedo hablarle a tú buzón de voz. No esperaba oír tú voz, supongo que el que espera demasiado recibe una calada de insatisfacción por cada suspiro. Eso sí, aún me quedan unos pocos susurros para recomponer los pedazos que dejaste, y crear mi propio ejército, dispuesto a luchar hasta el punto de vencer mis fuerzas, y caer rendida ante una no tan satisfactoria victoria.

Aún así, temo no terminar este mensaje. Creí conocer a mi contrincante, pero a lo que me enfrentaba superaba los límites del abecedario, de los versos de Shakespeare durante la madrugada, de las cartas que aún continúan estancadas en el mueble de mi habitación.
Las palabras entendidas como un espectáculo para los ignorantes. Todo tan poético, hacer poesía de aquello que me llenaba a diario. Es absurdo. Lo incoherente de la inocencia. Nuestro propio fin del mundo. Lo enterramos. Lo olvidamos.
Maldita estúpida, ¿Volverás?. Que pesadilla tan indescriptible. No quedan palabras suficientes para borrar de mi mente el presente que ahora es pasado. Remuevo las reliquias y cajas de música con el fin último de ahogar mi miseria en ellos. Pero nada. Todo parece tan vacío, tan sereno.
Sucumbir al drama, a la promesa, a la promesa de esperarnos.



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