No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







sábado, 23 de noviembre de 2013

"Gris pintaba las paredes, tu nombre, tu voz"

Soy esas notas del piano que chirrían en tu cabeza cada vez que pronuncias mi nombre. Las cartas mojadas bajo el colchón de tu cama. Las miradas que dicen más que lo que nuestros labios ocultan. Los escalofríos que recorren tus huesos expuestos al viento. Las flores que brotan en primavera. Tu aliento. Los miles de "quizás" que salían a diario de nuestras bocas. Esos "ojalas" tan monótonos y esos "y sí" que atormentan tus sueños. Porque, es cierto, que todos soñamos. Idealizamos. Esperamos. Y cedemos. Porque el Norte ha dejado de ser tu punto cardinal favorito, tú y tus manías. Tantas, infinitas, eternas. Sueño con que vuelvan, indistintamente de que tú lo hagas o no. Porque, también es cierto, que la calidez artificial está empezando a mover las piezas de este juego, que un día, tú y yo decidimos comenzar. Figuras de ajedrez que marcan rondas de impotencia cuando conseguías embaucarme con un "venga, es tu turno".

Es como si no pudiéramos pasar página, hasta que no llega otra persona para escribir algo nuevo en ellas. Será por eso que dicen, de que atarnos a los errores que cometimos, o recordar a las personas que amamos, es mejor que enfrentar esta realidad en la que nadie se nos acerca lo suficiente, ni siquiera para terminar de rompernos.
Y mañana volverá a ocurrir, que no ocurra nada. Que tropecemos con la misma piedra, y que esa piedra seamos nosotros mismos, sin saber ya, ni como apartarnos. Y que la distancia de hoy, será cicatriz de mañana. Comernos a "versos" la ausencia, y fumarnos a caricias las horas. 

Es verdad, que me he ido enfriando con los daños, y alejándome de mí con el tiempo, pero creo que puedo volver si me dices que vaya. Si me dices que me esperas en la puerta de casa, con las manos llenas de prisa por hacerme feliz. Puedo imaginarme el abrazo, duraría unos minutos, pero sería como una nueva estación. Nos daríamos cuenta, yo encerrada en tus brazos, y tú, Dios sabe donde, de que hay prisiones que nos hacen libres; Lazos que nos desatan y fuerzas de atracción mayores que los años bisiestos. 
Buenas noches, corazón. 








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