Hola cariño,
Cada día busco entre los aparatos y mis bolsillos una sola razón para levantarme mañana. ¿Sabes? Tal vez tengas razón, y con el sol que recorre los pasillos de mi casa al amanecer, sea más que suficiente. En los días más inesperados, busco en la chaqueta del día anterior, pero nada. Cuando crees que tus esperanzas han caído en picado y tocado el mismo fondo del abismo, ahí están, en el cajón de la cocina, o bajo el café en el que creí haber perdido mis últimas oportunidades.
Búscame donde se entrecruzan las calles, entre el Norte y el Sur, bajo el sol y las sombras. Búscame sobre las nubes y en el subsuelo. Búscame allí donde ya buscaste ayer. ¿Porque? Si ni siquiera yo misma soy capaz de plantearme esa pregunta. ¿Instinto? ¿Necesidad?. Quien sabe.
Me ilusioné pensado que cada 14 de Febrero nuestra historia volvería a brotar. Como las flores en primavera. O los últimos versos de un poema.
Sobre la encimera no hay más que productos cosméticos, y apenas quedan rincones libres en este inóspito espacio donde buscar razones. Voy a atreverme a insinuar, que tal vez, yo soy capaz de hacer magia. Voy a atreverme a predecir el futuro. Pero el día esta nublado. Y tu voz cada vez parece más distante. La noche acecha por detrás y las velas están casi consumidas.
Esperaré a mañana. ¿Como explicarlo? He decido dejar de tratar las razones como una escusa. ¿Los límites del amor? no son más que las letras que componen el abecedario.
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