No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







domingo, 29 de septiembre de 2013

"Un domingo, con sabor a ausencia"

Nada. Nada contracorriente. Nada infinitesimalmente correcto. Y hasta el infinito ya nos contradice, cariño. Nada que decir. Nada que aclarar. Nada que cantar, y bailamos sin rumbo. Nada. Y nadando se llega a Roma, o eso dicen.
Algo ha cambiado, será el otoño. Que las calles se tiñen de melancolía, las farolas ya no reflejan tu sombra, los sombreros cubren miradas incautas, y la lluvia borra las pisadas de los extraños. Puede ser que las nuestras también, cariño. Lo mejor será que nos quedamos donde estamos, embriagados de dolor y aún pudiendo movernos, sin avanzar. Como quien intenta trepar en contra de la gravedad. O medir la distancia de aquí a tu boca, sin las facultades necesarias.

¿Y si te he olvidado pero aún no te he dejado de recordar? Tal vez ese sea el problema. El seguir contando los cigarros y los besos que dejamos pendientes. Reciclar, destruir, o reducir, como al fumar, a cenizas, todo lo que un día salvábamos mientras nosotros nos dedicábamos a morir.
Porque olvidar es como cruzar las calles con los ojos cerrados y el semáforo en rojo, deseando que, con suerte, puedas llegar vivo al otro lado.

Y dirás: "esto es tan bonito, que duele". Y te sonreiré mientras hago las maletas. Porque, cariño, nunca supiste leerme los labios, e hiciste que el reloj marcase la hora demasiado tarde. El tiempo nos consumió, poco y a poco, y ahora, esperamos un tren que nunca llega, en el mismo andén de siempre.



 

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