¿Sabes? eso era amor. Indescriptible. Vulnerable. Caótico. Desconocidos que se encuentran en un mar de cabos que unen a los más endebles. La muerte como vía irracional de conocimiento. Lejos, como la más cercana de las distancias. Un par de caladas de nostalgia que inundan de memorias un terreno desolado. Algo mejor que Mozart apoyando sus dedos sobre las frágiles teclas de un piano, un atardecer capaz de eclipsar a los más desafiantes o el paisaje enrevesado entre cortinas y versos. Si. Esos versos que solías recitar a la hora del té. Pero, al fin y al cabo, con adornos o sin ellos, "algo". Ese "algo" que representa la desventura, la última llamada, tu último desafío.
Me prometiste un billete de vuelta, al igual que la luna y sinfín de rimas. Es amargo pronunciar lo que termina en nada. De la misma manera que el esperar solo constituye ya una manera inútil de alentar mis esperanzas. Aprieto con recelo las letras de tu nombre, y se estrellan constantemente contra la esquina del tiempo.
Sin embargo, sigo susurrando cosas tuyas a la noche, buscando tu presencia en cada paso. Ya sabes, todo por un instante, justo lo que me duró tenerte y justo todo lo contrario de lo que me está costando olvidarte.
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