Me aferro a las sábanas blancas de mi cama, intentando calcular las probabilidades de que un suceso inesperado pueda llegar a ocurrir. Ese olor. Consigue camelar todos mis sentidos en cuestión de segundos.
Una ráfaga de viento inunda por completo mi cabeza. Llega un momento en el que encuentras miles de preguntas aún sin respuesta aparentemente convincente, e incluso, te planteas respuestas incapaces de ser preguntadas.
Que fue de lo nuestro. De las estrellas. Quizá ese gélido viento pasara por aquí y no dejara rastro ni huella alguna de todo en lo que en esa época nos pertenecía.
Es triste.
Las sábanas están cada vez mas frías y con restos de pintalabios.
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