Y con el sumiso y confuso paso del tiempo, la cera de la vela se va consumiendo, creando formas difusas, libres en cuanto a la expresión se refiere.
Esperé. Pero se me agotó el tiempo. El muelle seguía vacío, aún cuando la luna iluminaba el camino hacia la inmesidad de una promesa.
Quizás el recuerdo sea el primer paso hacia la eternidad. Un escalón tras o otro, un infinito detrás de cada indicio de mirada, de caricia.
Y ahora brindo. Por la música cuando es necesaria y por 2000 vicios. Por esperar un invierno que no vuelve solo.
Gracias rap, por devolverme aquello que algún día me fué arrebatado.

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