Por favor dime algo. Es como si la inercia me atrajera hacía el centro de la tierra, como si cayera a un pozo sin fondo. El más leve susurro emitido puede que sea capaz de evitar mi obsesión con el tiempo, y sus consecuencias. El peligro de caer enredado en su juego. Los días siguen, y yo vivo en la extraña sensación de que son ellos los que me viven, y yo soy el tiempo que los recorre.
Hasta el más eterno de los infinitos se nos quedó pequeño.
Y yo me atrevo a preguntarme, ¿De qué sirve tener, si contra más tenemos, más podemos perder?

No hay comentarios:
Publicar un comentario