Es fácil sugerir una solución cuando no conoces bien el problema, cuando no comprendes lo que se esconde tras él, o no sabes lo profunda que es la herida.
Sabemos que trataremos de protegernos tras ellos, intentaremos no escucharlos. Hacerse los sordos es lo que nos proporciona esa pizca, pero intenso golpe de felicidad.
Hay que olvidar el momento en el que estamos, ignorar futuras complicaciones y optar por la solución mas rápida.
Y ante todo, no debemos dejar pasar por alto, que no tenemos que tomar como permanentes, emociones temporales.
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