Planeando una huida, una escapatoria entre los matorrales que rodean a la razón, y un viaje sin billete hacia lo sensorial, aquello que me gusta considerar inevitable. Admito que siempre me asalta esa nostalgia, gris y profunda, imperecedera.
¿Quién es el que pone las pautas sobre lo que esta bien o lo que está mal?¿Quién es capaz de establecer tal línea divisoria?
Desprendiéndome de condicionales, voy marcando mi propia ruta. Camino indecisa. Hay algo ahí que me incita a asomarme al vacío, puede que para sentirme eterna.
Nos conformamos con llenar vacíos, que algún otro dejó al descubierto. Esquivando certezas y desafiando a la suerte. Un, dos, tres... Ojalá me hubiera dado cuenta antes de que lo urgente no es siempre lo más importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario