¿Sabes? Era de noche, y decidí andar descalza, sentir como el frío suelo recorría mi cuerpo de arriba a abajo, ¿Por qué?. Tú te fugastes, y contigo, los últimos escombros de mi orgullo.
Pediría justicia, pero que más da ya. Tu no estas y yo me consumo. Inconscientemente observo el movimiento de las agujas de reloj, y ese tic-tac incesante me abruma. Va demasiado rápido, y yo no quiero perderme. Pero, ¿quién no teme al tiempo? Es él mismo quien se encarga de convertir el presente en pasado, en fugaces recuerdos. Él es el que pone las pautas. Él es el que elige.
Y poco a poco te das cuenta de que no es la propia tierra la que te sostiene, sino él. Desaparezco de entre las sombras con unos pocos gramos de ilusión en un simple Malboro. Respiro. Y retomo el paso, indecisa, como de costumbre.
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