No hablo de excepciones, sino de realidades, porque "cuando el tiempo nos separa los recuerdos nos consuelan"
El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Y yo, con este blog, decidí hacerme esclava de mis palabras, y apartar el silencio.


Seáis bienvenidos, seres únicos.







domingo, 12 de abril de 2015

(d)escribirte.

Raro es, que ya haya hecho mía la séptima letra del abecedario. Conocidas mis ruinas, encontré en ti a alguien con quien complicarme la vida. Y es precioso, tanto como tú. Y la vida pasa, si no me besas. La vida pesa, si no me abrazas.

Que todos mis relojes se han roto, porque no saben calcular las eternidades que tengo que esperar, para volver a verte. Entiende que cuando te escribo, es como si te limitase, porque al definirte, no existen putos parámetros para describir la forma en la que para mí, eres capaz de hacerle sombra, hasta al mismísimo sol. Y, sobretodo, cuando sigues hablando en la primera persona del plural. Nosotros. Porque soy sin ser, cuando no somos. No sé si me entiendes.

Que te has convertido en mi única dirección, y que ahora todos los andenes llevan tu nombre.
Que hay veintiocho letras en el abecedario, pero que tu no eres mi plan A, ni mucho menos el Z. Que junto a ti tengo tantos planes, que me faltan vidas para cumplirlos. Que me faltan palabras para describir lo que siento, y que me falta el aire para hacerlo mientras me miras.

Y eso de que tú tienes la mejores vistas de todas. Y un vértigo precioso.
Confieso que tengo mil formas de mirarte, y que todas son distintas. Porque eres capaz de convertir a un suicida en equilibrista. Y eso fue lo que hiciste conmigo. Fuiste, y también en segunda del plural del presente, el caos que necesitaba en mi vida.
Ojalá no te acabes nunca. Porque eres el vicio que encaja a la perfección con mi calendario. La sonrisa que me entiende.

Y entonces él sonríe.
Todo apunta.
Y su boca dispara.



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