Terminan controlándote, no necesitan demasiado tiempo para conseguirlo y siempre aparecen en los momentos menos oportunos. Una vez dentro, tardan en desaparecer, altibajos continuos, mariposas en el estómago y él otra vez en tu cabeza. No hay más remedio que esperar, porque sabes que no hay otra solución. Malditos sentimientos, ¿quien os necesita?

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